El fútbol es uno de los deportes con más historia en todo el mundo. Por eso, tras muchos partidos, fichajes, copas, estadios… Han habido muchas anécdotas que contar. En este articulo vamos a contar una de ellas.
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El 6 de febrero de 1993 se enfrentaban en Riazor Deportivo de la Coruña y un Sevilla entrenado por el mítico Carlos Salvador Bilardo. El partido transcurría con normalidad hasta que en un lance del juego, Maradona golpeó el rostro de Albistegui. Ambos jugadores quedaron tendidos sobre el césped. Pero el defensa del Deportivo resultó peor parado y empezó a sangrar por la nariz.
El fisioterapeuta del Sevilla, Domingo Pérez, saltó al terreno de juego para asistir a Maradona, pero al ver que el argentino se encontraba perfectamente se preocupó por el estado físico de su rival. Pero este gesto, no fue bien recibido en el banquillo andaluz. Al ver que atendían a su rival, Bilardo comenzó a gritar al pobre Domingo: «Los de colorado son los nuestros» «Qué me importa el otro» «Písalo» Písalo». A partir de entonces y cada vez que un rival caía dolorido al suelo, los aficionados rivales emulaban las palabras de Bilardo.
2 años después, el cántico aún se coreaba en los campos españoles. Así, se produjo un hecho insólito en el estadio de La Romareda. Aquel día Zaragoza y Chelsea se enfrentaban en la ida de semifinales de la Recopa de Europa, una noche gloriosa para los aragoneses. Miguel Pardeza adelantó al Zaragoza a los 8 minutos de juego y Esnáider amplió la ventaja antes del descanso.
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En el minuto 56, el Zaragoza redondeó el partido con otro gol de Esnáider. Con el 3-0 la Romareda estallaba de euforia. Mientras, en el otro fondo del campo los 5.000 hollingans del Chelsea comenzaron a causar graves disturbios. El enfrentamiento fue en aumento e incluso el árbitro amagó con detener el desarrollo del encuentro.
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En paralelo, y desde el fondo de la afición zaragozista, comenzaron a cantar el famoso cántico «Písalo» Písalo». Solo unos segundos después, y para sorpresa de todos, los aficionados ingleses se calmaron. Parecía que aquel grito enfervorizado hubiera hipnotizado a los holligans ingleses, que de repente cesaron la violencia.
A la mañana siguiente, los diarios ingleses no solo se lamentaron de la derrota de los blues, sino que denunciaron el lamentable comportamiento de sus aficionados. Pero en la crónica del partido destacaron de manera especial la actitud de la afición del Zaragoza.
Y cuando nuestros seguidores otra vez estaban dando uno de los peores ejemplos, razón por la cual los equipos británicos han estado condenados sin participar en competiciones europeas, desde la Romareda nació un grito de concordia, una fuerza enamorada, un grito que nos pedía la unidad de todos: «PAZ Y AMOR, PAZ Y AMOR», «PEACE AND LOVE, PEACE AND LOVE».
La leyenda de esta historia se ha ido agrandando con el paso del tiempo. El primero que la contó fue el periodista José Antonio Martín Petón, primero en la Cadena Ser y después en el programa de televisión Punto Pelota. Sin embargo todo hace indicar que aquel simpático malentendido nunca se produjo en realidad. Aunque, en algunos foros se comenta que el malentendido se produjo en la retransmisión inglesa de Eurosport.