Una vez más, la Real tiene la posibilidad de dar un salto en la clasificación… y se queda donde está.
5º en la clasificación, 31 puntos en 20 jornadas y una plantilla con jugadores jóvenes y con grandes potenciales. Este es el resumen de una Real a la que, con estos datos, no se le tendría que reprochar nada. Sin embargo, en Donosti los ánimos no se corresponden con la posición del equipo. Y cierto es, que la clasificación es un tanto engañosa. En caso de perder, por ejemplo, el próximo partido de liga en el Benito Villamarín, y que sus rivales más cercanos no fallen, el equipo podría caer de la 5ª a la 9ª posición. Siendo de los mejores equipos visitantes, y habiendo ganado en campos como El Sadar o Los Cármenes, en casa apenas ha conseguido 4 victorias en lo que llevamos de liga, habiéndose dejado puntos ante equipos como el Leganés o el Levante. Haber cosechado un buen resultado ante estos equipos significaría estar luchando ahora mismo por el liderato.
No es la primera vez
Los txuri-urdines llevan muchas temporadas quedando en la parte media/alta de la clasificación, pero de los últimos 5 años, tan solo han disputado Europa en una única ocasión. Y no ha sido por falta de ocasiones el hecho de no haber llegado a posiciones europeas. Por alguna extraña razón, siempre que tienen la posibilidad de colocarse en una ocasión óptima, el equipo se viene abajo y es capaz de perder 5-1 contra equipos luchando por no descender, o incluso de perder 2-0 contra un Málaga, que en ese momento, ya estaba descendido, colista y sin haber ganado en los últimos 2 meses. Pero, ¿Por qué nunca termina de dar ese salto?
Equipos incompletos
La planificación veraniega, en cuanto a plantilla se refiere, no ha sido la mejor en lo últimos años. De hecho, posiblemente, la planificación de esta temporada haya sido la mejor de las últimas. En la 14/15, el overbooking de centro campistas, y el fichaje frustrado de Finnbogason, propiciaron la «Realada» de Krasnodar, y una pobre 12º posición. Al año siguiente, la irrupción de Oyarzabal en el equipo fue el único cambio en la plantilla, que se nutrió de cedidos únicamente, y que volvió a quedarse fuera de Europa. La 16/17 fue la única donde la planificación parecía haberse hecho a conciencia. Refuerzos de la talla de Willian José o Juanmi, revolucionaron al equipo, logrando una 6ª posición «in-extremis» (minuto 92:47 de la última jornada), cuando durante la temporada el equipo llegó a estar en Champions o incluso delante del Atlético de Madrid En la 17/18 se fueron figuras como Yuri, Iñigo Martínez o Carlos Vela, que debilitaron un equipo que jugaba Europa, la falta de fichajes en defensa (tan sólo había 3 centrales) y un centro del campo cada vez más añejo, produjeron la caída en Europa League ante un gran Salzburgo, y otra pobre posición el Liga. La temporada pasada se cometieron los mismos errores que en 2016, nutriéndose en gran parte de cedidos. Solo Merino fue el fichaje estrella. El resultado, quedarse a las puertas del 7º puesto.
Cantera… ¿Y cartera?
Este punto quizás sea el más delicado. Se puede criticar más o menos la planificación de la Real en los últimos años, pero lo cierto es que no se le puede reprochar el no haber hecho una gestión responsable en cuanto a la relación fichajes/cantera se refiere. Pero muchas veces, se ha llegado a abusar de esa cantera, y no se ha mantenido ese equilibrio necesario para llegar alto. Está muy bien el dar oportunidades a jugadores como Sangalli, Gorosabel o Barrenetxea, pero si se necesita fichar un mediocentro, un lateral derecho o un extremo que mejore lo que hay, aunque signifique cortar la «proyección» de los canteranos, se debería hacerlo. Bendito problema si resulta que el canterano sale bueno, y se pelean varios jugadores por el puesto. Pero dar oportunidades y oportunidades a la cantera, por ser cantera, lleva a la mediocridad, de la cual ha pecado el equipo.
Falta de ambición y conformismo
Si hay una razón de peso para justificar que la real no haya dado esos saltos, es el conformismo que hay. Jugadores como Zurutuza o el propio Illarra no terminan de comandar al equipo en los momentos clave. Falta un poco de «cholismo» en este equipo. Si ganan 3 partidos seguidos, se creen los mejores del mundo, se suben los humos a la cabeza, y viene el Lleida y te mete 3. «Mejor tirar la copa y así nos centramos en liga». «¿Para que quedar 7º, que juegas previas en Julio, pudiendo estar 2 semanas más de vacaciones?…» Es ese espíritu el que hace que la Real no luche nunca por algo verdaderamente bonito, y que hace que a los aficionados, todos los años, nos rompan las ilusiones una y otra vez.
Este año pinta a ser como los demás. Quizás logremos clasificarnos a Europa. Quizás lleguemos a unos cuartos en Copa. Pero seguimos siendo la Real de siempre, que sueña con tocar las estrellas, y termina quedándose en el suelo simplemente contemplándolas. Y la verdad es que tenemos ganas de despegar…