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Un mago con el 27 a la espalda

Óscar Rodríguez está siendo una de las piezas claves para lograr la salvación. Esta temporada ha demostrado su gran habilidad en el lanzamiento de faltas.

El jugador de 21 años está creciendo como futbolista a pasos agigantados. Su golpeo con la pierna derecha es de lo mejor que tiene LaLiga. Tiene un guante en la bota que no solo le sirve para distribuir el juego magistralmente, sino también para marcar golazos.

Óscar Rodríguez está siendo, sin duda, una de las sensaciones del Leganés, que ve cómo sus aspiraciones a la salvación son cada vez más factibles. Es un hecho que el conjunto pepinero es un equipo con poco gol, por lo que poder contar con un jugador que lleva cinco goles siendo centrocampista es un plus muy importante.

También es cierto que es uno de los jugadores más sustituidos de la competición, y es que el futbolista rinde mejor en periodos de menos de 90 minutos. Es uno de los pocos defectos que tiene y Aguirre está empezando a sacarle de revulsivo para aprovecharle al máximo y evitar que se deshinche. No es un caso aislado, ya que se ha demostrado a lo largo de la temporada que jugadores como Ángel Rodríguez (Getafe) o Chukwueze (Villarreal), rinden mejor sin jugar los 90 minutos.

Óscar coloca el balón para lanzar la falta que dio la victoria a su equipo frente a la Real. Fuente: CD Leganés.

Cabe destacar que de esos 5 goles, 3 han sido de libre directo, lo que le hace ser el segundo mejor lanzador de faltas de LaLiga, solo superado por Messi, con 4 dianas. Su golpeo a balón parado es magistral y su método consiste en pegar a la pelota con una mezcla entre el empeine y el interior del pie. Así, el esférico supera la barrera y desciende hacia la portería a una velocidad imparable.

En Butarque le conocen bien, y se hizo evidente cuando el árbitro concedió esa falta en la última jugada del partido frente a la Real Sociedad. Con el marcador empatado, se hizo el silencio, todos eran conscientes de que Óscar podía ganar el partido. Todas las miradas se iban hacia el número 27 que, con calma y con mimo, colocaba el balón en el suelo para disponerse a lanzar. El resultado fueron más de 10.000 personas eufóricas que veían como los 3 puntos se quedaban en casa. Su tiro le quitó las telarañas a la escuadra y permitió seguir soñando a toda una ciudad.

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