Lo que bien empieza bien acaba. San Mamés se vistió de gala, y su equipo no les defraudó, derrotando al FC Barcelona y colándose en unas semifinales que nos dejaran un nuevo campeón.
Athletic Club y FC Barcelona se jugaron en San Mamés el último billete por las semifinales de la Copa del Rey, con la noticia de que el Real Madrid había caído eliminado. Un aliciente más para este gran partido que acabó teniendo un final inmejorable para los rojiblancos. Dejada atrás la dinámica liguera, los leones se centraron en hacer un partido muy serio y, en el descuento, terminaron obteniendo el premio con el gol de Williams.
La puesta en escena de La Catedral fue inmejorable. La parroquia rojiblanca recibió a su equipo con un mosaico impresionante al sonido del himno del club. Sabían que la oportunidad que tenían ante ellos de volver a hacer algo grande era única. Aunque la primera ocasión fue culé, el primer gran susto lo generaron los leones. Luego del rechace de un córner, Williams consiguió pescar en el segundo palo un balón dividido y marcar. Sin embargo, al igual que contra el Getafe, su anotación fue anulada por fuera de juego.
El Athletic se sentía cómodo, con una imagen de rigidez que se echaba de menos. No obstante, un par de despistes le obligaron a Dani García primero y después a Unai Núñez a vestirse de héroes, con un par de intervenciones providenciales al corte. A partir del minuto 20, el Barcelona de Setién comenzó a dejar su sello en el encuentro. El equipo azulgrana comenzó a dominar en campo rival, aunque sin encontrar fisuras en una muralla rojiblanca muy bien trabajada. Llegada la media hora de partido, un error de Ter Stegen le dio a Dani García la oportunidad de abrir el marcador. No obstante, el disparo se le marchó muy desviado. Al filo del descanso, Messi dispuso de una falta al borde del área para el 0-1, pero su disparo se estrelló contra la barrera rival. Finalmente, ambos equipos marcharon a vestuarios con el marcador aún por estrenar.
La segunda mitad continuó con la misma tónica que la primera. El Barcelona dominaba la posesión, pero el equipo vasco continuaba resistiendo a sus acometidas. Cuando el encuentro se acercaba al minuto 60, el croata Rakitic le robó el balón prácticamente de las manos a Unai Simón, e hizo el silencio por un momento en una grada que vio por un momento el primer gol en contra. Seis minutos después, Dani García de nuevo volvió a aparecer para detener un disparo rival que hubiese puesto en apuros al guardameta local. Sí tuvo que intervenir en la siguiente acción, en la que una contra capitaneada por Sergi Roberto acabó en un disparo a portería del francés Griezmann.
Con el partido de nuevo adquiriendo color hoy amarillo, Garitano se encomendó nuevamente a su leyenda. En el minuto 77, Aritz Aduriz entró al campo en sustitución de Iker Muniain, despertando a una hinchada que volvió a demostrarle todo su amor. A dos minutos del final del encuentro, Lionel Messi tuvo la eliminatoria en sus botas. Sin embargo, Unai Simón se hizo gigante ante él, y le ganó la batalla en el mano a mano. Un minuto después, quien la tuvo fue Williams, pero el delantero rojiblanco remató al aire a centímetros de la portería defendida por Ter Stegen.
No obstante, dicen que lo que la suerte te quita más tarde te lo da, y con Williams no iba a ser distinto. Cuando el partido parecía abocado a la prórroga se sacó de la chistera un remate de fantasía con asistencia de Ibai al que no pudo llegar el guardameta alemán. Estallaba La Catedral. Su equipo lo había hecho, en una de las noches más mágicas que se recuerdan en los últimos años en el feudo rojiblanco.
Granada, Mirandés, Real Sociedad, y ahora el Athletic Club. Se confirma que esta nueva Copa del Rey es para todos, y cualquiera tiene derecho a soñar con ella.