El Manchester City es, sin duda, uno de los proyectos más ambiciosos en el fútbol a nivel mundial, sin embargo, por un cúmulo de malas decisiones, afrontan su peor momento desde hace mucho tiempo.
El pasado mercado estival, el Manchester City se deshizo de dos centrales, manteniendo tres en la primera plantilla (cuatro si incluimos en la ecuación a Eric García). Con la salida de Kompany y Mangala, todo apuntaba a que el club inglés iba a buscar un refuerzo de primer nivel que acompañase a Aymeric Laporte, que muchas veces no podía dar un pleno rendimiento por cubrir los errores de su compañero en la zaga (fuese John Stones o Nicolás Otamendi).
Sonaron Harry Maguire y Kalidou Koulibaly, ambos tasados en una cifra cercana a los 100 millones de euros. El primero se acabó marchando a Manchester, pero para vestir de rojo, al máximo rival. El senegalés no recibió oferta oficial, así que decidió seguir en Italia, con el Nápoles, que aún así reforzaba su zaga con una opción que podría haber estado en la lista de los Cityzens, Kostas Manolas. Al finalizar el mercado, el club se encontró sin haber realizado ningún fichaje en la zona central, y con una situación peliaguda en caso de baja médica.
Dicho y hecho, pocos días después de terminar el mercado, el francés Laporte se lesionaba de gravedad, con una duración aproximada de seis meses sin poder alinearlo. Esto hizo que, aquellos que en verano parecían descartados del once titular, se convirtiesen en la clave para que el City no lamentase perder a Laporte. Al encontrarse con solo dos centrales, Pep Guardiola tuvo que improvisar y, incluir en el carril central a Fernandinho (pivote) y Kyle Walker (lateral diestro).
Si bien esto hizo que el City tuviese un pequeño fondo de armario, seguían sin poder defender bien en el sistema de Pep. Sin siquiera plantearse un cambio de sistema, se experimentó con las diferentes opciones hasta encontrar la solución ideal. Lo cierto es que los dos “parches” han rendido bien, especialmente el brasileño, pero esto no ha bastado para solucionar los graves problemas defensivos que atravesaba el club.
Las consecuencias son claramente visibles
Dichos problemas han derivado en períodos de irregularidad y carencias generalizadas, que han disminuido la eficacia del equipo, razón principal para situarse a 23 puntos del líder de la Premier League.
En el partido de ayer pudimos ver de manera clara una de las soluciones que improvisó Guardiola: adherir la línea defensiva y la línea de centrocampistas para que estos (especialmente el pivote) apoyen en defensa y, en la tarea de sacar el balón jugado.
Si bien ha llegado a funcionar en ciertos puntos, afecta en otros tramos de los encuentros, y es una solución que no sería necesaria si, desde verano, se hubiese trabajado en mejorar la plantilla con aquello que sí hacía falta reforzar.