El que fuera una joven promesa de la cantera del Athletic se ha convertido en una leyenda del Leganés
Butarque premia a los guerreros, a esos que se dejan la vida en cada jugada y no dan un balón por perdido, a los que son acordes a la filosofía histórica del club. Bustinza es uno de ellos y lo ha demostrado durante su trayectoria en el Leganés. El jugador vasco tiene una gran capacidad de sacrificio y liderazgo. Puede recibir una patada que le deje cojeando, pero se levantará para seguir luchando como el guerrero que es. Este sacrificio es el que le permite pelear todos los balones aéreos a pesar de ser uno de los centrales de menos estatura de la liga. Esta temporada alcanzó los 100 partidos defendiendo la camiseta del Leganés, cifra que seguirá aumentando mínimo hasta 2021, año en el que expira su contrato.
Unai Bustinza comenzó su carrera deportiva en las categorías inferiores del Athletic. En 2010/11 se marchó al Basconia y al año siguiente regresó al filial rojiblanco para jugar hasta la temporada 2014/15, donde fue a jugar con el primer equipo. Bustinza jugó la final de la Copa del Rey ante el Barcelona en su etapa en el Athletic, pero acabaría perdiendo por 3-1.
Llegó cedido desde el club vasco en 2015, cuando el Lega militaba en Segunda División. El defensa fue uno de los héroes que logró ascender a Primera. Bustinza fue una pieza muy importante y el club pepinero aprovechó que acababa contrato con el Athletic para hacerse con sus servicios. Llegó como uno de esos tantos jugadores del club vasco que juegan cedidos en el Lega pero, esta vez, el león criado en Lezama se convirtió en leyenda en el sur de Madrid.
Con el paso del tiempo, el jugador vasco se fue consolidando en el once titular y acabó siendo uno de los capitanes del equipo. Los dos únicos goles que ha anotado Bustinza con la elástica pepinera fueron en la temporada 2017/18, ambos en Butarque, uno frente al Madrid y otro frente al Sevilla. El tanto ante los madridistas fue una demostración de su coraje, metiendo la cabeza donde a cualquiera le daría miedo meter el pie. El del Sevilla, de cabeza, a pesar de medir solo 1,75 m. Tras la marcha de otra leyenda como Mantovani, heredó el brazalete de capitán, brazalete que seguirá en su brazo por muchos partidos más.