Tras su salida del FC Barcelona en el año 2012 y un merecido año sabático, Pep Guardiola llegó a Alemania con el cartel de haber ganado dos copas de Europa
En cuatro temporadas en Barcelona, Pep representó a ese técnico innovador que, aprovechando las cualidades de varios jugadores como Xavi Hernández o Andrés Iniesta, dotó al club de una nueva identidad. Levantó, además, tres títulos de liga y dos copas nacionales. En el verano de 2012, debido a esa perdida de confianza por parte de la nueva directiva, Guardiola decidió abandonar el club y tomarse un año sabático.
Al regresar, firmaba con el Bayern de Múnich, que acababa de perder a Jupp Heynckes y necesitaba un nuevo técnico de primer nivel. El alemán había dejado al club tras un triplete histórico, poniendo el listón a una altura inalcanzable. Para reforzar al club, el técnico español pidió a Thiago Alcántara, canterano culé que había gozado de la confianza de Pep en su última etapa. Además, también firmó al joven Mario Götze, que había sorprendido en el Borussia Dortmund de Jürgen Klopp y era uno de los jóvenes talentos del país teutón.
Aquella primera temporada representó el proceso de adaptación de toda la plantilla hacia su técnico. Las ideas de Guardiola eran muy diferentes a las de Heynckes, así que necesitaron esa etapa para que el nuevo técnico fijase las bases del nuevo sistema. Además, confió en algunos jugadores que no habían sido tan importantes, viendo en ellos un potencial que no habían apreciado sus predecesores.
Su primer sistema
En su primera temporada, Pep ya hizo muchos cambios en el esquema, desde la portería hasta el tridente de ataque. El primero fue Manuel Neuer, del cual Guardiola supo hacer un perfil de jugador completamente diferente. Con el cambio, consiguió hacer de uno de los mejores porteros de Europa un líbero de primer nivel. No era extraño ver al alemán saliendo con el balón jugado hasta encontrarse con el pivote (posición que, hasta que llegó Xabi Alonso, no tuvo un dueño fijo).
En defensa, Philipp Lahm seguía partiendo desde el carril derecho aunque, cada vez con menos frecuencia. Fue su última temporada como titular en el lateral, pasando poco a poco a ser uno de los interiores del equipo. Caso parecido al de David Alaba, que por las necesidades del equipo llegó a jugar como central, extremo, pivote e interior.
Toni Kroos solo formó parte del plantel de Guardiola aquella temporada, en la que Pep no consiguió adaptarle al resto del equipo, ya que Kroos se había visto desplazado de su posición (enganche) y vagaba entre la zona de creación y la zona de 3/4 (cuando la situación lo permitía). Así, debía cubrir además las múltiples incorporaciones de Mario Götze, que acababa “pisándose” con Thomas Müller, quien partía desde la banda izquierda para apoyar a Mandzukic. Así, Robben jugaba “solo”, teniendo libertad de movimiento desde el carril diestro.
La primera decepción
Aún con esos problemas, el Bayern pudo hacerse con el título de liga y el título de Copa con una amplia superioridad respecto a su rival, el Borussia Dortmund. El único título que se les escapó fue la Copa de Campeones, en la que el Real Madrid de Carlo Ancelotti supo contrarrestar por completo el juego posicional de los germanos. Hasta que Sergio Ramos no abrió la lata, aún así, el conjunto de Pep Guardiola dominó el encuentro, y a partir de ahí todo fue cuesta arriba.
La segunda temporada de Pep
Así llegaron a la segunda temporada de Pep Guardiola, en la que, con una plantilla acostumbrada al juego de posición y varios refuerzos de primer nivel, pretendía buscar por fin la ansiada Copa de Europa que tan reciente resultaba para ellos. Quizá ese fue uno de los problemas, por mucho que habían renovado parte del vestuario con jugadores del primer nivel, el núcleo de la plantilla lo seguían conformando jugadores “viciados” por los títulos.
La directiva del Bayern había cumplido, incorporando jugadores en aquellas posiciones en las que necesitaban reforzarse sí o sí, conformando una plantilla más preparada: Pepe Reina, Mehdi Benatia, Juan Bernat, Xabi Alonso, Sebastian Rode y Robert Lewandowski, por un total de 50 millones de euros. Una cantidad ridícula aún si se tratase solo del polaco, que había llegado gratis al Allianz Arena.
El equipo había mejorado, pero el problema fue que Pep Guardiola confió demasiado en unos jugadores y muy poco en otros. Benatia, Ribery, Thiago o Javi Martínez se acostumbraron a ver los partidos en el banquillo mientras que otros como Dante eran titulares indiscutibles. Así, por muchas pruebas que hacía el entrenador, se encontraba con que muchos jugadores que estaban acostumbrados a jugar no encajaban en su sistema, comprendiendo por fin que necesitaba dar oportunidades a aquellos que las pedían a gritos.
La segunda decepción
En la Bundesliga volvieron a cantar el alirón, cosa que no pudieron hacer en la DFB-Pokal. Habían perdido frente al Borussia Dortmund de Jürgen Klopp en la tanda de penaltis, perdiendo ellos la final contra el Wolfsburgo. En Copa de Campeones no hubo demasiada diferencia, el Barcelona de Luis Enrique les había ganado en semifinales en un 5-3 en el global. A pesar de las derrotas, la directiva mantuvo su confianza en Pep, sabiendo que los resultados a nivel doméstico eran impresionantes, sabiendo que, antes de su llegada, ganar la Bundesliga era algo mucho más complicado para ellos, Guardiola lo convirtió en costumbre.
La última temporada de Pep
Pep pidió algunos jugadores para comenzar su tercera temporada en el Allianz Arena, cuatro futbolistas que cumpliesen con el perfil que su sistema requería. Así, el club germano firmó a Arturo Vidal, Douglas Costa, Kingsley Coman y Joshua Kimmich por un total de 80 millones de euros. El chileno y el brasileño eran dos jugadores consagrados, que representaban una mejoría en sus posiciones, siendo además futbolistas de zonas diferentes a los que ya había, especialmente Arturo Vidal, alguien que funcionó como pivote, interior y hasta enganche.
Mientras, Kingsley Coman era un movimiento muy interesante, llegaba cedido al Bayern con el cartel de joven promesa, siendo un extremo con muy buenas cualidades pero muy pocas oportunidades en los que equipos en los que había estado: PSG y Juventus. Joshua Kimmich era todo lo contrario, era una promesa pero mucho menos conocida que el francés, era un mediocentro muy polivalente que había llamado la atención de Pep Guardiola desde un primer momento. Llevó a varios directivos a verle para que comprobasen su calidad, algunos no comprendieron que veía en él, pero Guardiola se había enamorado de su juego, ahora podemos ver que no se equivocaba.
Su último sistema
Esta fue una de las alineaciones de Pep en su última temporada. En ella, apreciamos la cercanía del centro del campo con la defensa, coincidiendo Neuer, Benatia, Boateng y Xabi Alonso en el mismo punto del campo, representando así la importancia de Neuer y Xabi en la salida de balón por parte de la defensa. Así, vemos también a un joven Kimmich partiendo desde el lateral derecho, cuando había llegado como centrocampista.
En ataque, Kingsley Coman solía rotar con Douglas Costa en la banda izquierda, donde más cómodos se sentían ambos, mientras que ni Ribery ni Robben encontraron estabilidad con Pep en el banquillo.
Levantaron por tercera vez con Guardiola en el banquillo la Bundesliga, logrando también la DFB-Pokal, la segunda en tres años. La ansiada orejona volvió a escaparse en semifinales, una vez más frente a un equipo español. En la ida, Saúl había adelantado a los rojiblancos, que aunque perdieron por la mínima en la vuelta (2-1), pasaron a la final gracias al valor doble de los goles.
En aquel momento, ya sabían que Pep Guardiola iba a llegar al Manchester City al terminar la temporada, dejando un equipo en el que, aunque nunca levantó la Copa de Europa, sí logró convertir en dueño de su país. Además, lo hizo dejando jugadores de primer nivel (y mucha proyección allí) como Thiago Alcantara, Joshua Kimmich o Kingsley Coman.