La historia de Ernst Happel, un entrenador de la vieja Europa que dio una Champions al Feyenoord y al Hamburgo, y que llevó a lo alto tanto a Brujas como a la Selección Orange
Esa final en el Estadio Ernst Happel que le dio a España la Eurocopa de 2008. Cuando escuchamos el nombre de este técnico nos viene a la cabeza el título conseguido por Luis Aragonés gracias al tanto de Fernando Torres tras recibir un espectacular pase de Xavi. Pero no venimos a hablar de esa gran hazaña, sino que ha repasar la carrera de uno de los grandes entrenadores europeos. Ernst Happel, que le dio nombre al antiguo Prater y que consiguió hacer historia en Rotterdam, en Hamburgo y en Bélgica. Un fumador empedernido de otro fútbol que también pasó por España de forma fugaz y que se quedó a nada de levantar uno de los Mundiales más icónicos.
Inicios en la Haya y su éxito en Rotterdam
Ernst Happel empezó como futbolista en plena Segunda Guerra Mundial. Un central goleador que defendió la camiseta del Rapid de Viena en más de 180 partidos. También fue jugador durante dos años en el Racing Club de París, pero se le recuerda por su estilo de juego en el club austríaco, donde ganó cinco ligas. Además, en Madrid quizá también le recuerdan, porque en 1956, le endosó un hat-trick en 45 minutos al club banco, que provocó el enfado de Bernabéu conocida como la santiaguina. También defendió la Selección de Austria en 51 encuentros, pero sus verdaderos éxitos llegaron cuando empezó a entrenar en 1962.
Su primera oportunidad fue en la Haya. Entrenó durante seis temporadas al ADO Den Haag, y pese a que era un club que se encontraba en la sombra de los grandes del fútbol holandés, logró un título que le permitiría dar su primer salto. En 1968 ganaría la Copa de los Países Bajos, lo cual llamaría el interés del Feyenoord de Rotterdam, donde conseguiría tres títulos muy importantes. En la temporada 69/70, levantó la primera y única Copa de Europa del club. Una intensa final ante el Celtic de Glasgow que terminó en 2-1 gracias a los tantos de Rinus Israël y Ove Kindvall.
Meses después vencería en la Copa Intercontinental a Estudiantes de la Plata tras empatar a dos en la Bombonera y ganar 1-0 en casa. Dos títulos a los que debemos sumar la liga conseguida en la temporada 70/71. Después de esta gran etapa en “Holanda”, decidiría tomar un cambio de aires, llegando así a Sevilla. En aquel momento el equipo hispalense se encontraba en Segunda División, y había hecho muchos esfuerzos para conseguir que Ernst fuera el entrenador. Aun así la cosa no fue como se esperaba, y el introvertido vienés fue cesado tras caer ante el Betis por 0-3 después de 15 jornadas.
Duras finales con Brujas y Países Bajes
Después de su paso por España, se marchó a Bélgica para entrenar al Brujas. De nuevo Ernst encontraría el éxito, o casi. Ganó tres Ligas belgas consecutivas además de la Copa, pero perdería dos finales europeas. El Brujas era un equipo temible, y lo demostró en la UEFA de 1976, llegando al último partido, donde se enfrentaría a otro mítico equipo, el Liverpool de Bob Paisley. En la ida ganaron los ingleses 3-2 tras remontar los dos tantos al Brujas. En la vuelta, el empate a uno no permitiría a Ernst tocar la gloria. Ese Liverpool también fue el encargado de frustrar a nuestro protagonista en la final de la Copa de Europa de 1978, ganando por 1-0.
Ernst saboreó el fracaso en una de las mejores eras del Brujas, pero tenía otro reto por delante. Regresó a los Países Bajos esta vez para tomar el testigo de Jan Zwartkruis y dirigir a la Selección Nacional. Le tocó jugar el Mundial de Argentina de 1978, pero sin una de las estrellas del país, Johan Cruyff. Aun así junto a jugadores de la talla de Neeskens, Nanninga y Rensenbrick llegaron a la final. Su rival, la anfitriona, que estaba en el punto de mira en medio de la dictadura de Videla. El plan de Ernst fue plantear un partido físico y ceder el terreno al equipo dirigido por Menotti, pero no salió nada bien, y Mario Kempes fue la estrella que levantó el primer Mundial para la albiceleste tras el 3-1.
El triunfo con un histórico Hamburgo
Jan Zwartkruis regresaba de nuevo a la Selección para sustituir a Ernst, quien volvería a Bélgica. Primero para entrenar al ya extinguido KRC Zuid-West-Vlaanderen y luego al Standrand de Lieja, donde ganaría Copa y Suercopa. Aun así no destacaría de nuevo en Europa hasta que llegó a Alemania para dirigir al Hamburgo. El club Rothosen se encontraba en un muy buen momento pese que acababa de perder una final de la Copa de Europa frente al Nottingham Forest en Madrid. Con la llegada de Ernst el equipo se mantuvo en lo alto del panorama internacional, aunque cayó en otra final. Esta vez de UEFA ante el IFK Göteborg por 4-0 en el marcador global.
Pese a esa derrota ganó dos Bundesligas, antes de conseguir su segunda Copa de Europa en 1983 venciendo a la Juventus de Trapattoni en la final por 1-0. Primer título de ese calibre para el equipo alemán, que se quedó sin Copa Intercontinental tras caer en Tokio ante el Gremio. El Hamburgo siguió en lo alto del futbol alemán, aunque tras ganar una Copa en 1987, Ernst decidió regresar a su país natal, y fue cuando empezó el declive del club. El Swarovski Tirol y la Selección de Austria fueron los últimos equipos antes de que un cáncer de pulmón terminara con la vida de un genio que nos dejó una de las frases a recordar: Un día sin fútbol es un día perdido.