El Ajax consiguió alzar una nueva Copa de Europa veintidós años después, de la mano de un Van Gaal que destronó al AC Milan mediante un estilo de lo más seductor
El 24 de mayo de 1995 pasó a la historia dorada del club de Ámsterdam como uno de los días más importantes de su historia. Después de un ciclo exitoso allá por los setenta, el Ajax consiguió recordar al mundo su valía, derrotando en la final al Milan de Capello, derrotándoles por un agónico 1-0.
Posiblemente, el Ernst Happel de Viena reunió en la final a los dos equipos con mayor potencial europeo. Por un lado, los italianos partían con el cartel de vigentes campeones, y tal vez con un mayor favoritismo respecto a su rival. Aunque con varias bajas respecto al club que dirigió Sacchi, el equipo Rossoneri continuaba intimidando, con una increíble zaga formada por Baresi o Maldini, entre otros.
Ante ellos, se perfilaba un Ajax de Amsterdam con la ambición de destronar al rey. Para ello, Louis Van Gaal consiguió formar una plantilla más que notable. Veteranía-juventud casó a la perfección en la lucha por un objetivo común mediante una propuesta de estilo muy atractiva. La máxima atracción podría suponer la de Frank Rijkaard enfrentándose a su ex equipo, ahora desde una posición más atrasada. El centro del campo era de Edgar Davis, Seedorf y Ronald de Boer. A las bandas, les escudaban las constantes intervenciones al espacio de las balas Finidi George y Overmars. El exitoso director neerlandés apostó por la figura de Litmanen en lugar de un nueve de inicio. El objetivo de ese plan era el de crear superioridad en una zona del campo donde el finlandés volaba por aquel entonces.
La consigna era clara en el vestuario neerlandés: había que acabar con la leyenda de un equipo rival que encaraba su tercera final consecutiva en este campeonato. Para ello, confiaban en el juego que les había llevado hasta allí, deshaciéndose de rivales de nivel y enamorando a hinchas allá por donde pisaba. Para infortunio de ellos, lo que se encontraron fue todo aquello que no querían. En una muestra de experiencia y veteranía, la vieja guardia italiana se encargó de neutralizar cualquier opción rival de hacer daño. Incluso pudieron asestar algún que otro golpe, quien sabe si definitivo, antes del descanso. No obstante, el equipo de Van Gaal llegó vivo a vestuarios y, esta vez, el entrenador no iba a permitir que sucediese lo mismo.
En busca de que el partido tomase el rumbo deseado, el preparador de los tulipanes dio salida a uno de sus delanteros, Nwankwo Kanu. Con el nigeriano sobre el césped, el equipo se acercó más a a su imagen más común, llegando con más frescura a metros finales, y consiguiendo hacer mella en una zaga rival cada vez más apurada. En esta tónica, Van Gaal no tuvo piedad, y aumentó los problemas de Capello para controlar la situación con la entrada al juego de Kluivert. El que luego acabaría siendo futbolista del FC Barcelona terminó de romper los esquemas del contrincante. El Ajax era al fin el Ajax, pero el gol continuaba sin llegar.
Finalmente, el tan ansiado placer llegó con el partido agonizando. Era el minuto 85 cuando el buen juego ofrecido por le equipo tulipán encontró a Kluivert, que consiguió estrenar el luminoso mediante una maniobra solo al alcance de unos pocos escogidos. De esta manera, un joven Patrick Kluivert de tan solo 20 años fue quien acabó decidiendo una Champons League en favor del Ajax de Amsterdam, que sumaba así su cuarta orejona, y hasta hoy, última.
Tras el éxito continental, la plantilla sufrió un importante saqueo de integrantes que hizo muy difícil que lo visto fuese el comienzo de una nueva etapa gloriosa en Amsterdam. Sin embargo, aquel equipo pasó a la historia por su gran imagen y su gran fútbol, todo un espectáculo para el espectador. Además, consiguió redondear de la mejor manera ante un cinco veces campeón de esa competición.