El Leganés desciende a Segunda División tras cuatro años en la élite
El fútbol es un deporte que a lo largo de nuestra vida nos da muchas alegrías. Sin embargo, las celebraciones de unos siempre suponen las lamentaciones de otros. Siempre va a haber un vencedor y un vencido. Un deporte precioso, pero cruel a la vez. Este lado cruel del fútbol es inevitable vivirlo, y le ha tocado al Club Deportivo Leganés. Un equipo humilde que lleva cuatro años caminando entre gigantes y que ayer, de la forma más cruel, cayó como un autentico guerrero ante el campeón de liga.
Todos le daban por muerto cuando llegó a estar diez puntos por debajo de la permanencia. Pero si hay algo que define a un pepinero es que no se rinde jamás. Una filosofía que ha acompañado al Lega durante sus 92 años de existencia y que le dejó a un gol de lograr el mayor triunfo de la historia del club. Es el equipo el que define a su pueblo, el que lo representa. Un pueblo con mucha historia, trabajador, luchador, que ha sido muy castigado por la pandemia, pero que siempre ha salido hacia delante ante las adversidades.
Bustinza plasmó esta filosofía a la perfección entre lágrimas en la entrevista post partido. Rendirse nunca es una opción, ni en el fútbol ni en la vida. Es un orgullo llegar hasta el final. Y… ¿cómo no va a entender él lo que significa el escudo del laurel, si ha jugado medio lesionado los dos últimos partidos de la temporada con tal de ayudar a obrar el milagro?
Remar contracorriente pronto se convirtió en rutina esta campaña. Mala suerte, decisiones arbitrales, la pérdida de dos delanteros titulares… Todo se ponía en contra pero el equipo seguía luchando. Las últimas jornadas fueron de ensueño. Lo que parecía imposible se convirtió en realidad. El Lega llegaba a la última jornada con opciones de lograr una salvación heroica. Más que por juego, por garra y corazón. Pero ahí estaban, a punto de afrontar el partido de sus vidas ante todo un Real Madrid que acababa de ganar la liga. Las matemáticas estaban claras, ganar y esperar un pinchazo del Celta en Cornellá.
Dos veces tuvo que empatar el partido el Leganés en una demostración de fe y coraje solo al alcance de auténticos guerreros. El empate a dos goles llegó a falta de algo más de diez minutos para el pitido final. Había que marcar un gol, solo uno más. El equipo se había dejado la vida en el campo y las fuerzas empezaban a abandonar a los jugadores. No hubo final feliz en Butarque. A los guerreros derrotados y agotados solo les quedaba echarse a llorar por lo que estuvieron a punto de conseguir. Y con ellos, lloró todo el pueblo que estuvo empujando al equipo.
Antes del partido del ascenso a Primera hace cinco años, Mantovani dijo en su arenga una frase para el recuerdo que ya es historia del club.
Si perdemos, seguiremos siendo los mejores. Pero si ganamos, vamos a hacer historia
Martín Mantovani en Anduva
No han hecho historia esta vez, pero siguen siendo los mejores. El Lega se va a Segunda con el respeto de toda la categoría y con un sentimiento de orgullo que no cabe en el pecho de sus aficionados después de ver a sus jugadores luchar como auténticos campeones. Leganés ha sido, es y será un equipo de Primera.