José Mourinho es reconocido por su férrea táctica, aunque ha cambiado mucho en su segunda etapa en Inglaterra
El portugués siempre basó sus equipos en una defensa de cuatro sólida, con un doble pivote muy rocoso y una línea de 3/4 que siempre tuviese a la estrella del equipo. Este patrón lo vimos en todos sus equipos hasta su segunda etapa en el Chelsea.
Construyó su sistema entorno a la figura de Ramires, porque por primera vez en mucho tiempo, Mourinho apostó por un pivote único, acompañado por dos centrocampistas de corte ofensivo, Oscar y Lampard. Esto daba lugar a un 4-3-3, aunque en ciertos partidos confió en John Obi Mikel para el doble pivote. Con esto, Oscar se encontraba en la punta de lanza junto al delantero, con libertad de movimientos y dos puñales en banda, como lo eran Hazard y Willian.
La siguiente temporada hubo dos cambios claves: Diego Costa y Nemanja Matic. El brasileño funcionó muy bien como delantero centro, pues servía como referencia y liberaba a Oscar por completo. De paso, tenía como suplente a un veterano Didier Drogba, que aún así cumplía muy bien con lo que pedía Mourinho. Mientras, el serbio Matic tomó el papel de Ramires y se hizo con el puesto sin problemas, dejando claro que era el jugador perfecto para el sistema de The Special One. En fase defensiva, a Matic le acompañaba Cesc Fábregas, quien había tomado el relevo de Frank Lampard.
En su tercera temporada en Stamford Bridge, salió por la puerta de atrás por el mal rendimiento del equipo. Se vieron demasiadas carencias, provocadas en parte por el planteamiento ofensivo por el que apostó, dando rienda suelta a tres extremos en el mismo once. Esto sumado a un Fábregas que solía abandonar su posición en el doble pivote, provocó una crisis defensiva de los de Mourinho, que desembocó en su despido.
Su etapa en Manchester
La temporada 2016/2017, ya en el Manchester United, fue la del cambio definitivo. En ella asentó la figura del pivote “único”, dando rienda suelta a Paul Pogba, que partía aún así desde una zona alejada de la portería rival. En 3/4 hubo un gran intercambio de jugadores: Rashford, Mkhitaryan, Lingard, Mata, Rooney, Ibrahimovic, Martial… Esto se vio reflejado en la irregularidad en ataque del club, que con todo y más, logró levantar la Europa League.
Su segunda temporada (y última completa) en Manchester fue más caótica aún. La incorporación de Nemanja Matic provocó un conflicto de intereses entre el serbio y Ander Herrera, que solían pisarse cada vez que jugaban juntos. La solución de Mourinho no fue otra que rotarlos, aunque también quiso verles en un 4-3-3 en el que, desde posiciones diferentes, trabajasen juntos para dotar a la gran estrella, Paul Pogba, con la libertad que tanto demandaba. Esto, además, implicó menos minutos para jugadores de ataque como Juan Mata. Arriba, Lukaku tomó el papel de delantero referencia que había perdido Ibrahimovic.
La tercera y última temporada de Mourinho en Old Trafford fue semejante a su última temporada en el Chelsea en varios aspectos. Los cambios en ataque “obligaron” a Mourinho a centrar su sistema en la ofensiva, algo que sumado a la libertad de movimientos de uno de los jugadores del doble pivote (Paul Pogba) fue la gota que colmó el vaso. Mourinho fue despedido por una serie de malos resultados que habían sido provocados por ese desequilibrio defensivo que tanto acusó.
Su última oportunidad
Esta misma temporada, tras despedir a Mauricio Pochettino, el Tottenham apostó por Mourinho para recuperar el mejor nivel de los Spurs. Con el equipo londinense logró algo que en mitad de temporada parecía imposible: volver a Europa. Lo hizo con todo en contra, pues perdió a sus tres estrellas, dos de ellas lesionadas y la otra volando a Italia en mitad de temporada.
En el Tottenham el portugués vio en Sissoko y Winks unos jugadores capacitados (sin contar el mercado de fichajes) para su doble pivote y en Davinson Sánchez y Alderweireld una pareja de garantías en defensa. En ataque, si todos están disponibles, tiene muchos efectivos, como Bergwijn, Kane, Lucas Moura, Heung Min-Son o Lamela.