El jugador gaditano ha dado un gran bajón desde la vuelta del confinamiento y el Sevilla necesita su mejor versión
Suso es un jugador diferente. Es de esos que te ganan los partidos él solo, de los que se echan el equipo a la espalda para desatascar un partido, de los que de la nada se sacan un maravilloso golpeo a la escuadra, o un regate para dejar a dos rivales atrás. A esos jugadores hay que colmarlos de confianza para que demuestren su magia y Jesús Joaquín Fernández Sáez, la perdió cuando volvió el fútbol en la nueva normalidad.
Llegó al Sevilla a finales de enero, para reforzar la banda derecha y aportar calidad en tres cuartos de campo. Empezó como un tiro. Agarraba el balón y hacía mejores a sus compañeros, los ponía de gol, regateaba… Valía los 21 millones de euros de su opción de compra y más. Ahora, con la clasificación del conjunto hispalense a la Champions League, esa opción de compra se hizo efectiva de forma obligada y Suso firmó un contrato que le unía al pentacampeón de Europa por las próximas 4 temporadas.
Ya empezó como suplente en el primer partido contra el Real Betis y Munir; un jugador que no venía contando para Lopetegui, ocupó su sitio al venir muy bien del confinamiento, dejando a Suso en el banquillo. Las buenas actuaciones del jugador de origen marroquí iban dejando al gaditano sin sitio en el once. Pero la realidad era que cuando entraba, no parecía el mismo jugador que llegó al Sevilla. No demostraba chispa, ni último pase y se le veía que no estaba al 100%. Suso tiene el respaldo del entrenador, ya que es un jugador que le gusta y en el que confía. Ya lo demostró poniéndolo como titular en el partido de octavos de fina de Europa League ante la Roma, donde tampoco destacó.
El Sevilla necesita al mejor Suso para afrontar la siguiente temporada en la Champions. Ha sido una gran inversión por un jugador que la merece porque es de esos que se están perdiendo, pero tiene que demostrarlo a base de juego, goles, asistencias y trabajo.