En unos días en los que el gigante alemán ha vuelto a convertirse en el gran favorito a hacerse con la Champions, repasamos la historia de un equipo que alzó hasta tres veces ‘la Orejona’ de manera ininterrumpida durante los setenta, con un equipo de ensueño
Después de la histórica goleada con la que el Bayern de Múnich ha apeado de la Champions League al FC Barcelona con un sonrojante 2-8, los bávaros se han posicionado en las semifinales como claros favoritos a hacerse con el preciado título. Con Hans-Dieter Flick en el banquillo, el equipo ha sabido reponerse de su pésimo arranque de temporada, hasta llegar en un estado envidiable tanto físico como futbolístico. El equipo germano ha vuelto a recordar al rodillo alemán que no hace mucho fue, llegando lanzados hacia un nuevo triplete. Los recientes acontecimientos han llevado la euforia a los hogares muniqueses, que sueñan con volver a ver a su equipo en la cúspide del fútbol europeo.
Del mismo modo que lo hizo hace casi cincuenta años. Con jugadores de la talla de Beckenbauer o Gerd Müller, el Bayern vivió su etapa más laureada internacionalmente, llegando a alzar la friolera de tres orejonas de manera consecutiva entre los años 1974 y 1976.
Para entender esta increíble gesta hay que empezar hablando de Udo Lattek. No en vano, la llegada al cargo del entonces joven técnico alemán de 35 años en marzo de 1970 supuso un salto cualitativo de cara a las aspiraciones del equipo. De la mano de Lattek, el equipo consiguió dos subcampeonatos y una Copa alemana en sus primeras dos temporadas. A pesar de ello, el entrenador fue mirado con cierto recelo. El alto listón dejado por su predecesor Zebelec, quien había llevado al club de Baviera a conquistar el doblete (liga y copa), hicieron que el nivel de exigencia se mantuviese en lo más alto por parte de la afición.
Las dos temporadas siguientes fueron más afortunadas para el equipo. El Bayern consiguió dominar el campeonato hasta salir vencedores del mismo, con un “Torpedo” Müller pletórico y un jovencísimo Paul Breitner que venía pidiendo paso. Sin embargo, las aspiraciones del entrenador y del equipo eran más ambiciosas. Una vez dominado el fútbol nacional, querían extender su reinado al viejo continente, haciéndose con su primera Copa de Europa.
Así lo quisieron, y así lo consiguieron. En la temporada 1973/1974, los alemanes consiguieron colarse en la final disputada en Heysel, luego de derrotar en el camino al Galatasaray, Dinamo de Bucarest, Estrella Roja y Celtic. Además, habían logrado hacerse con la Liga alemana por tercera vez consecutiva. Por lo tanto, el éxito continental supondría el broche perfecto a una temporada de ensueño.
Su rival fue el Atlético de Madrid, que contaba con la figura de Luis Aragonés. Precisamente, mediante el ‘Sabio de Hortaleza’, los colchoneros consiguieron adelantarse en la prórroga de la final, gracias a un sutil libre directo inalcanzable para Sepp Maier. Parecía que el equipo madrileño se haría con su primera Copa de Europa. No obstante, con el partido agonizando y el colegiado preparado para pitar el final apareció Schwarzenbeck. El defensor teutón replicó el gol colchonero con un disparo lejano que obligó a que la final se decidiese en un partido de desempate. Esta vez, con un Atlético herido de muerte por el batacazo de Schwarzenbeck, los alemanes consiguieron su primera orejona tras ganar por 4-0. Uli Hoeness y Gerd Müller, con un doblete cada uno, fueron los goleadores.
Por otra parte, la resaca tras el premio fue de lo más cruel, al menos en el ámbito nacional. Un décimo puesto en liga y la eliminación copera en tercera ronda le acabó costando el puesto a Udo Lattek. No corrían buenos tiempos en el gigante alemán, que había perdido además a Paul Breitner en dirección al Santiago Bernabéu. Afortunadamente para ellos, su imagen en Europa fue bien distinta. Bajo la condición de defensor del título, los de Baviera consiguieron dar la talla en la Copa de Europa, alcanzando nuevamente la final. Esta vez su rival por la gloria fue el Leeds United, al que vencieron por 2-0. Franz Roth y Gerd Müller fueron los encargados de cerrar la final y traer de vuelta el codicioso trofeo a Múnich.
Sin embargo, en la siguiente temporada las cosas continuaron por no cuajar en liga. El equipo, ahora dirigido por Cramer, llegó al ecuador de la competición en la décima posición. Finalmente, el equipo logro reubicarse hasta llegar a la tercera posición de la clasificación. En cuanto a la Copa, esta vez tan solo el Hamburgo en semifinales les arrebató volver a una final copera después de tantos fiascos recientes.
Por otra parte, los fracasos domésticos no hicieron mella internacionalmente. El Bayern comenzaba a ser conocido como el “Gigante alemán”. Ya era el gran temido por cualquier rival debido a su dominio imperante en la máxima competición del viejo continente. Ni siquiera el Real Madrid, hasta entonces seis veces campeón de dicha competición, consiguió hacer doblegar al equipo en semifinales, llegando por tercera vez consecutiva al partido por el título. En esta tercera ocasión, el aspirante a acabar con su idilio europeo fue el Saint-Ettiene. No obstante, los franceses terminaron sucumbiendo una vez más ante el gran Bayern de Munich. Un único gol de Franz Roth en el minuto 57 les bastó para certificar su tercera Copa de Europa en su historia, con el mérito doble –o triple– de hacerlo de manera consecutiva.
No obstante, no todo dura eternamente. Sin encontrar aún la regularidad en Alemania, la flor del equipo en Europa terminó por marchitarse el siguiente curso, tras caer ante el Dinamo de Kiev en cuartos de final, con un global desfavorable de 2-1.
A partir de ahí, a raíz de las sensibles bajas que fueron azotando al vestuario comenzó la decadencia del gigante germano. El primero de ellos fue el capitán, Franz Beckenmbauer en 1977, destino New York Cosmos. Los siguientes fueron Sepp Maier, Uli Hoeness y Gerd Müller dos años más tarde. Los dos primeros pusieron fin a sus respectivas etapas como futbolistas profesionales, mientras que el torpedo apuró sus últimos aletazos en el Ford Lauderdale Strikers. Sin embargo, los logros obtenidos por aquel equipo no cayeron en saco roto. Aquel club pasó a protagonizar una de las páginas más importantes de la historia del fútbol. Especialmente de la Copa de Europa, que vio nacer un equipo de leyenda, con figuras como Beckenbauer, Breitner, Sepp Maier o Gerd Müller.
Cuarenta y seis años, los nietos de aquella generación luchan por volver a sacar a flote a un Bayern de Múnich venido a menos las últimas temporadas, pero que parece estar volviendo a flote. Sin ninguna duda, el partido ante el FC Barcelona ha servido para comprobar indudablemente que el rodillo germano está de vuelta.