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Un Movistar Estudiantes como el de 2012

El Movistar Estudiantes atraviesa su mejor momento en las últimas ocho temporadas. Era complicado decirlo observando la trayectoria del equipo colegial en los últimos años

Casi siempre más cerca del pozo que de la cima, con la permanencia como objetivo, pocas veces en puestos de playoffs… Ahora en esta temporada marcha noveno en la clasificación (4 victorias y 4 derrotas) al paso por la octava jornada es su mejor puesto desde el curso 2012-13. En aquel entonces se sentaba en el banquillo Vidorreta y los referentes eran Germán Gabriel, Tariq Kirksay y Carl English.

Parece que sale el sol en el pabellón Ramiro después de campañas duras y cabizbajas, como la anterior, finalizada en puestos de descenso. Finalmente no consumados al suspenderse la Liga Endesa por el confinamiento y el estado de alarma tras la llegada de la COVID-19 a nuestras vidas.

Fuente: Kia en Zona

El compromiso de los jugadores está fuera de duda, el entrenador Javier Zamora, un hombre de la casa, se ganó hace tiempo el respeto del club y los aficionados pese a su juventud, y hay una cantera que agrada e ilusiona a los aficionados azulones, como Dovydas Giedraitis. Son aspectos que no se volvían a ver desde aquellos años buenos del “Estu” y que ahora resurgen de nuevo tras varias temporadas grises.

Una relación de amor con Alessandro Gentile

El jugador italiano realizó ante el GBC su mejor partido en la Liga Endesa desde que llegó a la capital española. Tras solo cinco jornadas ha alejado cualquier que podría recaer sobre él. El alero de 27 años y 2,01 metros de estatura fue la pieza clave para la cuarta victoria del Movistar Estudiantes esta temporada tras llegar a la gran cifra de 30 puntos (11/19 de dos), 7 rebotes y 6 asistencias para 31 de valoración

Lo más importante es la sensación de liderazgo que demuestra dentro de la cancha fuera como en el vestuario que, a diferencia de años anteriores, refleja síntomas de una gran cohesión y conexión con el conjunto del equipo. También demuestra madurez, estabilidad, algo esencial para un jugador al que le ha acompañado la etiqueta de enfant terrible desde el año 2016 cuando abandonó Milán.

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