Tras la debacle culé frente a la Juventus de Turín, Riqui Puig fue uno de los nombres propios del encuentro
Diversos técnicos se cerraron en banda con el bueno de Riqui. Ya sea por su estructura física u entre otros motivos desconocidos. Ni Valverde, ni Setién (exceptuando el tramo final de la campaña anterior), ni ahora Ronald Koeman, le proporcionan oportunidades para labrarse un hueco en el once.
Sin embargo, en vez de asimilarlo negativamente y decaer en el intento, Riqui ha conseguido acrecentarse ante dicha adversidad. Así pudimos apreciarlo ante el combinado ‘bianconnero’, demostrando que no hace falta ser el más robusto, ni llevar diez temporadas en la élite para destacar en un enfrentamiento de semejante calibre.
El joven canterano permaneció en el césped tan solo 24 minutos, donde completó 38 pases de 41 ejecutados y tuvo contacto con el esférico 50 veces. ¿Qué nos da a pensar todas estadísticas? Que su ambición por vestir la elástica azulgrana es mayor de la que podemos llegar a imaginar. Venció más duelos que cualquier centrocampista y jugando menor cantidad de minutos (4 de 6), y además, generó dos pases clave y un lanzamiento a portería.
A todo ello, añadir que entró cuando el partido estaba más que sentenciado y con un FC Barcelona adormecido, falto de ingenio y motivación. Lo cuál, agrandece el mérito. Una vez pisó el Camp Nou, cogió el timón del equipo y gritó como el que más. Mostró la efusividad de la que gran parte del plantel estaba careciendo e incluso presionó en zonas del terreno de juego que no le pertenecían. Tal era la pasión que consumaba, que pese a caer derrotados de manera sonrojante, retrató a propios y a extraños.
¿Merece Riqui gozar de más oportunidades? ¿Debe consolidarse en el once inicial del primer equipo? El tiempo acabará respondiendo por si solo.