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Fútbol histórico: Conan Doyle, portero y padre de Sherlock Holmes

Todos conocen a Sir Arthur Conan Doyle por su legado literario, pero pocos saben de su vinculación al deporte y su paso por el Portsmouth

Si, habéis leído bien. Uno de los escritores más famosos de la historia tiene un pequeño protagonismo en el fútbol inglés. Arthur Conan Doyle tuvo una gran vinculación con el deporte y obviamente con la literatura, aunque su propósito era ser médico. Cricket, boxeo, esquí y fútbol marcaron parte de la vida de un icono en todo el mundo. Y no solo eso, Conan Doyle tiene una historia con muchos detalles y que no solo está relacionada con Sherlock Holmes, a quien podríamos considerar su hijo y a quien estará siempre vinculado.

Una dura infancia y el camino hacia la medicina

A parte de hablar de la relación con el fútbol de Arthur, hay que contar como fue su vida. Nació el 22 de mayo de 1859 en el seno de una familia católica irlandesa que se encontraba viviendo en Edimburgo. Era hijo de John Doyle, pintor e ilustrador, y Mary Foley, que venia de una familia adinerada y era una apasionada por la lectura. Con esto podríamos imaginar que Arthur era un afortunado y que el aire culto que se respiraba en su casa le permitió más adelante inspirarse y crear todas sus historias. No fue así, porque el alcoholismo y la depresión de su padre complicaron la vida de y la situación financiera de los Doyle.

Por eso, el pequeño Arthur de nueve años fue enviado por parte de la familia rica de su madre al prestigioso Stonyhurst College de Lancashier. Allí empezaría los estudios y pese a que los resultados académicos no eran los mejores, entraría en contacto con la escritura y el cricket. Más adelante, tras estudiar en Austria, entraría en la Universidad de Edimburgo, para estudiar medicina y donde se aficionó ya no solo del cricket, sino que también del boxeo, el rugby y el golf. De hecho allí conocería a Joseph Bell, un profesor que le inspiraría para el futuro personaje de Sherlock Holmes, y además según varios informes trabajó durante ocho meses en el barrio Aston de Birmingham y en un gimnasio donde practicaba boxeo se hizo amigo de un jugador del recién creado Aston Villa, por lo que se haría también aficionado del club.

El trabajo en un ballenero y la creación del Portsmouth

Tras terminar los estudios en la Universidad, llegaría una nueva aventura para Arthur. En 1880 se embarcó como médico en el ballenero “Hope”, y durante siete meses en duras condiciones por el ártico, los marineros y el pasaron los días con el fútbol como entretenimiento. En 1882 volvió un viaje en barco, esta vez como médico del Mayumba navegando por el oeste de África. Terminado ese viaje, desembarcaba en Portsmouth para instalar una consulta privada.

Un joven Conan Doyle de pie en el extremo derecho. Fuente: arthur-conan-doyle.com

Entonces un día, entre varios marineros y cargadores, un día tuvieron la idea de crear un equipo fútbol en la ciudad. Allí surgiría el equipo amateur Portsmouth Association Football Club, y Arthur firmaría con el seudónimo de A.C. Smith como uno de sus fundadores (los investigadores nunca han encontrado su nombre ya que en esos momentos el fútbol no estaba bien visto por la burguesía y Arthur se movía a veces en este tipo de ambientes). Fue así como se convirtió en el primer portero del club.

Al mismo tiempo que se dedicaba a este deporte, aprovechó para dedicarse a escribir ya que tenía pocos clientes en su consulta. Además aparte de jugar como portero, también se le vio como lateral derecho. Y aquí se podría terminar el artículo, ya que esta fue su vinculación directa con el fútbol y con un Portsmouth AF que desapareciera para fundar un nuevo equipo que se alojaría en el Fratton Park. Pero está es importante porque allí conoció a su esposa, Louise Hawkins, que la acercaría de la forma menos esperada al esquí y además empezó a ser conocido tras escribir Estudio en Escarlata, donde ya aparecía Sherlock.

La creación de un detective llamado Sherlock Holmes

Tras su estancia en Portsmouth, llegaría en 1891 a Londres. La falta de clientes le permitió seguir escribiendo más, y el personaje de Sherlock Holmes, que ya realidad, empezó a tener más repercusión. Sus historias se hicieron muy exitosas, pero en 1993, Arthur escribió la última novela donde asesinaba al protagonista ya que estaba cansado de su popularidad. Fue tan grande la decepción de sus lectores, que se vio obligado a resucitarlo debido a la presión que recibió para el nuevo siglo que venía.

Conan Doyle en el Marlyebone Cricket Club. Fuente: arthur-conan-doyle.com

En esa época empezó a jugar a cricket en el Marlyebone Cricket Club, un club privado de cricket donde coincidió con escritores como J.M. Barrie (Peter Pan) o A.A. Milne (Winnie The Pooh) entre varios más. Fue también cuando le concedieron el título de Sir, ya que escribió un artículo apoyando las causas por las que Inglaterra estaba involucrada en la guerra de los Boers, un conflicto contra Países Bajos en Sudáfrica en plena época del imperialismo y colonialismo.

Su mujer, a quien ya hemos mencionado antes, sufría tuberculosis, y fue tratada en Suiza. Por este motivo Arthur conoció lo que era el esquí alpino y se aficionó. Todo sucedió en espacios de tiempo muy cortos, y aunque Louise murió en 1906, la vida de Arthur todavía sería mucho más larga. De hecho vivió la Primera Guerra Mundial, y al mismo tiempo la muerte de uno de sus hijos por una neumonía que contrajo combatiendo, lo que le produjo a vincularse con el espiritismo.

Elemental, querido Watson

Empezó a creer en esta doctrina y fue motivo de burla incluso por amigos suyos, hasta tal punto que rompió su amistad con el famoso mago Harry Houdini, ya que este se enteró de que Conan Doyle había intentado ponerse en contacto con su fallecida madre. Además Arthur se sintió atraído por unas supuestas fotos de hadas tomadas por unas niñas, conocido como el “episodio Cottingley”.

Pero bueno, la figura de Sir Arthur Conan Doyle será siempre recordada por Sherlock Holmes, eso sí, a la mayoría os vendrá a la cabeza la frase de “Elemental querido Watson”, pero en ninguna ocasión el escritor escocés fallecido por un ataque cardíaco la pronunció. Fue en la película Las aventuras de Sherlock Holmes, estrenada nueve años después de su muerte, cuando Basil Rathbone pronunció estas palabras que se hicieron tan famosas.

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