La primera década de Fórmula 1 ya dejó en el Olimpo a marcas legendarias que siguen vivas y a pilotos que aún hoy se recuerdan
A pesar de que ya había carreras de renombre muchos años antes, el campeonato de Fórmula 1 no empezó hasta 1950. Antes de su creación, las carreras las ganaban marcas, no pilotos. Tras la Segunda Guerra Mundial, solo había cuatro eventos catalogados como “Grand Prix”. Fue entonces cuando la AIACR se reorganizó, creándose así la FIA de la actualidad. Esta anunció que a partir de 1950 se unirían varios grandes premios nacionales para crear una competición de pilotos. Así se creó la Fórmula 1 que conocemos hoy en día.
A pesar del deseo de la FIA de darle más importancia al campeonato de pilotos que a las marcas, el gran circo comenzó con un público que seguía arraigado al sistema antiguo. Así pues, había mucho interés en ver si ganaba un coche italiano, inglés, francés, alemán, etc. Hay que decir que los monoplazas dominadores en los 50 fueron los italianos. Sobre todo, a principios de la década.
Los campeones en estos primeros diez años fueron los italianos Nino Farina y Alberto Ascari, el legendario Juan Manual Fangio, el británico Mike Hawthorn y el australiano Jack Brabham.
Nino Farina, el primer campeón
La primera temporada de F1 tuvo como campeón a Nino Farina. La FIA estableció ya las primeras limitaciones para los monoplazas con el fin de regular los rendimientos. El campeonato se compuso de siete carreras, todas ellas en Europa a excepción de las 500 millas de Indianápolis. Esta prueba siguió las normas norteamericanas durante su estancia en el calendario, por lo que los coches que participaron no habrían podido correr en el resto de grandes premios. En los primeros años, las 500 millas solo las corrieron pilotos estadounidenses, por lo que ni Farina ni su gran rival por el título de 1950, Fangio, corrieron allí.
Alfa Romeo fue el coche dominador de esta temporada. Los tres primeros pilotos del mundial fueron suyos. Eran Farina, Fangio y Fagioli. La marca italiana fue la ganadora de las seis pruebas en las que compitió, con tres victorias para Farina y otras tres para Fangio. Este último ganó todas las carreras que logró terminar, pero un mayor número de abandonos le dieron el título a su compañero, que puntuó más veces.
Los años de Fórmula 2 y el dominio italiano
La temporada 1951 vio como Fangio lograba su primer título. Lo hacía a bordo de un Alfa Romeo que fue perdiendo fuelle a lo largo de la temporada en favor de los Ferrari. Ascari, piloto de los de Maranello, eligió una estrategia equivocada en el último gran premio, el de España, lo que le permitió a Fangio llevarse el mundial.
Para la temporada siguiente, el dominio de las marcas italianas cambió de protagonista. Ferrari era el gran favorito tras la retirada de Alfa Romeo. Sin embargo, las previsiones ponían a Ferrari con una ventaja aplastante sobre sus competidores, por lo que la FIA decidió utilizar las normas de la Fórmula 2 para hacer motores más pequeños y frenar de alguna manera a la escudería. Aún así, Ferrari arrasó. Alberto Ascari ganó todas las carreras en las participó, a excepción de una en la que abandonó, y se llevo el título mundial.
En 1953, los coches mantuvieron las regulaciones de Fórmula 2 y Ferrari volvió a ganar. El mundial estuvo marcado por un accidente en la carrera inaugural en Argentina, donde fallecieron nueve personas. En lo deportivo, Ascari repitió tituló antes sus rivales Fangio y Farina. Aún se le recuerda hoy en día al bicampeón del mundo italiano gracias a la variante del circuito de Monza que lleva su nombre.
Los cuatro títulos consecutivos de Fangio
En 1954, la F1 abandonó la reglamentación de Fórmula 2 y terminó el dominio de Ferrari. Fue el primer año de la época dorada de Fangio. Comenzó la temporada con Maserati, pero se marchó a Mercedes (o Daimler Benz) cuando los alemanes debutaron en el GP de Francia. Con seis victorias, nadie puso toser al argentino, que logró su segundo título. Fangio se mantuvo en Mercedes y ganó en 1955 con una diferencia aplastante sobre el subcampeón Stirling Moss.
Más igualado estuvo el campeonato al año siguiente, con el argentino pilotando para Ferrari. Al llegar al último gran premio en Monza, Fangio tuvo que retirar su coche. Le sacaba 8 puntos tanto a su compañero Peter Collins como a Jean Behra, piloto de Maserati. Cualquiera de los dos podía ganar la carrera y, por consiguiente, el mundial. Sin embargo, Collins tuvo un gran detalle de deportividad y le dejó su coche a Fangio, tirando a la basura sus opciones personales en el mundial para asegurar el título de Ferrari. El argentino ganó su cuarto mundial y compartió el segundo puesto de la carrera con Collins.
Fangio regresó a Maserati para ganar su último mundial en 1957. Sustituyó a Moss, que se marchó a Vanwall. Entre ambos se disputaron el título, pero el argentino fue capaz de doblegar al británico gracias a su gran regularidad. Tanto Fangio como Maserati se retiraron de la F1 al acabar la temporada.
Gran Bretaña dominó el final de los 50
La temporada 1958 es una de las más trágicas que se recuerdan. Murieron cuatro pilotos, entre ellos el anterior mencionado Peter Collins. Además de él, perdieron la vida Luigi Musso, Stuart Lewis-Evans y Pat O’Connor. Además, meses después finalizar la temporada, el campeón de esta edición perdió la vida en un accidente de tráfico.
Fue el británico Mike Hawthorn, a bordo del Ferrari, el que se llevó el título con solo una victoria, en el GP de Francia. Su regularidad reflejada en los cinco segundos puestos que cosechó le permitió ganar el campeonato ante un Stirling Moss que venció en cuatro grandes premios con su Vanwall. Moss sumó así su cuarto subcampeonato. Nunca ganó un mundial y aún así es considerado como uno de los grandes de la historia. El Vanwall británico que pilotaban él y Tony Brooks ganó el primer mundial de constructores de la historia.
En 1959, la marca Cooper, también británica, consiguió alzarse con el título gracias al pilotaje del australiano Jack Brabham y a una importante innovación que marcaría el futuro de la competición. Cooper fabricó un coche ganador gracias a su novedoso motor trasero. Ferrari se negó a utilizar esta innovación y siguió instalando sus motores en la parte delantera. La retrógrada postura de Il Commendatore se basaba en que “los caballos tiran del carro, no lo empujan”.
Ferrari solo pudo ser subcampeón de la mano de Tony Brooks mientras Jack Brabham y Cooper demostraron que dieron en el clavo al colocar el motor en la parte trasera y liberar peso de la zona delantera. El australiano finalizó la última carrera de la temporada empujando su coche hasta la línea de meta, pues este se había quedado sin combustible. Terminó cuarto y ganó el título. Las locas historias de la F1 del pasado.