Con la llegada de Alex Ferguson, el Aberdeen FC vivió su época más exitosa y su mayor logro deportivo: la Recopa de Europa de 1983
A finales de los años 70, el fútbol escocés estaba dominado, como de costumbre, por la Old Firm, nombre con el que se conoce a los dos equipos hegemónicos de Escocia: el Celtic y el Rangers. Había que remontarse a 1965 para poder ver a un club fuera de la Old Firm ganando un título liguero.
La gran oposición a este dúo estaba en clubes como el Hibernian, el Dundee United, el Heart of Midlothian o el Aberdeen. Pero ninguno era capaz de optar a la liga, que siempre se acababa llevando alguno de los dos equipos de Glasgow. A finales de la década de los 70, aquella deriva cambió. Y tendría dos nombres propios. El de una ciudad, Aberdeen, y el de un entrenador, Sir Alex Ferguson.
La llegada de Ferguson a Aberdeen
En junio de 1978, Sir Alex Ferguson llegó al club de Aberdeen. Y solamente necesitó una temporada para romper la hegemonía de la Old Firm. Su dirección desde el banquillo estaba respaldada en el terreno de juego por míticos jugadores escoceses como Gordon Strachan, John Hewitt, Willie Miller, Alex McLeish o Jim Leighton. En la temporada 1979/80, el Aberdeen ganaba la segunda liga de su historia. A partir de ahí, llegaron los años más exitosos de los “Dons“, como se les conoce popularmente en Escocia.
En 1982, el Aberdeen ganaba la Copa de Escocia. Era el tercer título copero que ganaban los Dons. Con esa victoria, se clasificaron a la Recopa 1982/83. Ahí empezaría el mayor logro de la historia del Aberdeen FC.
La Recopa de Europa 1982/83
El Aberdeen arrancaría su andadura europea desde la ronda previa visitando al FC Sion suizo. Los Dons no tuvieron excesivo problema para superar la ronda. Vencieron por 7-0 en su campo, Pittodrie, y golearon en Suiza también (1-4).
La primera ronda de la Recopa fue más complicada. El Aberdeen se enfrentó al Dinamo Tirana albanés. Un gol de John Hewitt en la ida fue suficiente para darles la victoria por la mínima a los escoceses. La vuelta en Albania se saldó con un empate a cero que les dio el pase a la segunda ronda.
En la segunda ronda, el Aberdeen se enfrentó a otro equipo del otro lado del Telón de Acero, el Lech Poznań polaco. La ida en Pittodrie se saldó con un cómodo 2-0, mientras que en la vuelta, un gol de Douglas Bell a los 60 minutos frenó toda posibilidad de remontada de los polacos y colocó al Aberdeen en los cuartos de final de aquella Recopa. Era lo más lejos que había llegado el club escocés en una competición europea. Pero todavía tendría tiempo para enriquecer su historia.
Alemanes y belgas, últimos escollos hacia la gloria
En los cuartos de final, se enfrentaron al todopoderoso Bayern de Múnich. Tras un empate sin goles en tierras bávaras, la épica se abriría paso en Escocia. En Pittodrie, el Bayern se adelantó a los 10 minutos, pero Neil Simpson igualó justo antes del descanso. En el minuto 61, el Bayern volvió a golpear, colocando el 1-2 en el marcador y obligando al Aberdeen a remontar para poder llegar a las semifinales. Y el club escocés lo consiguió.
En apenas dos minutos mágicos, 78 y 79, Alex McLeish y John Hewitt anotaron dos goles que dieron la vuelta al partido, llevando al club a las semifinales de aquel torneo de la manera más épica.
Curiosamente, las semifinales fueron bastante cómodas para el Aberdeen. Los escoceses vencieron por 5-1 en la ida al Waterschei Thor, extinto club belga de la ciudad de Genk. En la vuelta, aunque perdieron por 1-0, apenas sufrieron para llegar a la gran final, en la que les esperaba otro equipo todopoderoso de Europa: el Real Madrid.
Bajo la lluvia de Gotemburgo
Aquella final de la Recopa se disputó en la ciudad sueca de Gotemburgo, y es uno de los episodios más felices que recuerda la ciudad de Aberdeen. Casi 18.000 aficionados, 12.000 de ellos escoceses, presenciaron un partido épico bajo la lluvia, en el que el Aberdeen se adelantó a los 7 minutos con un gol de John Black, que aprovechaba un balón muerto en el área para fusilar a Agustín. Los merengues reaccionaron pronto por medio de Juanito, que transformaba una pena máxima en el minuto 15.
El marcador no se movió durante el tiempo reglamentario y el encuentro se acabaría yendo a la prórroga. Ahí sería cuando estallaría la alegría. Una contra dirigida por McGhee desde la banda izquierda culminaría en un centro al corazón del área, donde estaría preparado John Hewitt para rematar y transformar el 2-1 definitivo.
El Aberdeen había ganado el primer título europeo de su historia, lo había hecho superando a clubes a priori más favoritos que ellos, y recibiría los elogios del propio entrenador del Real Madrid, Alfredo Di Stéfano, que afirmó que “el Aberdeen tenía lo que el dinero no puede comprar: un alma, un espíritu de equipo construido a partir de una familia”.
El legado de Ferguson
Los éxitos del Aberdeen no acabarían en aquella Recopa. El Aberdeen también obtendría la Supercopa de Europa tras derrotar al Hamburgo por 2-0. Y en Escocia, bajo la mano de Ferguson, ganarían otras tres copas escocesas y hasta dos ligas. De hecho, la liga que ganaron en 1985 no solamente es la última que ha ganado el club de Aberdeen, sino la última liga que ha ganado un equipo no perteneciente a la Old Firm.
Desde la marcha de Alex Ferguson en 1986, primero a dirigir la selección escocesa y luego a convertirse en la leyenda del Manchester United, el Aberdeen no levanta cabeza. Su última Copa de Escocia data del año 1990, y en el siglo XXI únicamente han ganado una Copa de la Liga. En la “Ciudad del Granito”, como se la conoce popularmente, los tiempos de Ferguson se recuerdan con una tremenda nostalgia.
Aquellos años en los que un equipo plagado de escoceses, que tenía su principal baza en el espíritu de equipo y de familia por encima del dinero, fue capaz de desafiar a los clubes grandes de Escocia y de Europa, parecen lejanos. Cada vez es más difícil que, en un fútbol menos romántico y más frío, podamos encontrar historias así. Por suerte, de vez en cuando las hay. Y quizá sea su excepcionalidad el motivo de que nos gusten tanto.