El brasileño ha tenido que aguantar todo tipo de críticas hasta que por fin ha logrado sacar la mejor versión de su juego
Vinicius es un jugador que es igual de madridista que cualquier aficionado de la grada del Bernabéu. Es un chaval que está cumpliendo el sueño de muchos niños que son del Madrid y que a base de esfuerzo, trabajo y confianza en si mismo ha terminado por explotar futbolísticamente.
Actualmente, Vini es uno de los jugadores más en forma de la plantilla. Pero no todo es luz en la corta carrera del brasileño. Cuestionado hasta la saciedad y criticado duramente, Vinicius vivió un infierno mediático en sus primeros años de blanco. Tanto fue así, que después de marcar un golazo cuando todo el mundo decía que no sabía definir, rompió a llorar como un crío cuando vio que el balón entró dentro de la portería.
Y es que Vini aún no es más que un niño. Un niño que juega en el todopoderoso Real Madrid. Él sabe la responsabilidad que carga a sus espaldas y lleva con orgullo el escudo por España y por Europa, pero también sufre como nadie con las derrotas. Siempre celebra señalando y besando el escudo en muestra de gratitud a un club que se lo ha dado todo y que siempre le protegía de las críticas en forma de confianza y minutos para que pudiera demostrar su valía.
Sirve de ejemplo de persistencia. Si las cosas no salen bien a la primera, hay que seguir intentándolo. Vinicius nunca se arrugó. Siguió trabajando y siendo más madridista que nadie. Sin poner nunca pegas cuando no jugaba, siempre haciendo lo que se le pide. Porque incluso cuando peor estaba, lo último que le podías reprochar era su compromiso.
Ahora parece que marca goles. Lo que muchos decían que no se podía aprender, parece que el bueno de Vinicius ya lo ha dominado. La definición era su asignatura pendiente y ya lleva un buen puñado de goles en estas primeras jornadas. Si a eso le sumas su capacidad para desbordar y su atrevimiento, este chico seguirá poniendo de pie al Bernabéu día sí y día también.
El madridista de bien quiere que sea Vini uno de los estandartes del equipo, porque el madridismo se ve reflejado en un jugador que haría lo que todo madridista haría. Marca un gol en el regreso al Bernabéu y se mete en la grada a celebrarlo. Anota en Mestalla, en territorio hostil, y se muestra desafiante señalando el escudo a la grada después de un intenso partido. Defiende el escudo como nadie y lo seguirá haciendo, porque Vini es más del Madrid que medio Bernabéu. Si sigue a este nivel, tendremos estrella para rato. Una estrella que ha entendido a la perfección los valores de este equipo.