El malagueño, candidato a tener minutaje mañana en Copa del Rey ante el Alcoyano, está a las puertas de expirar su contrato con el Real Madrid
Sin rastro del Isco que enamoró al Madrid, afirmación que se puede extrapolar de manera idónea mínimo a las últimas cuatro temporadas del conjunto blanco. El que fuese Golden Boy ha pasado a la más absoluta irrelevancia para los distintos técnicos que han desfilado por el Paseo de la Castellana.
El último en confiar plenamente en el de Arroyo de la Miel fue Lopetegui, el cual supo encajar el rol del mediapunta hasta que este cayó enfermo de apendicitis, momento de inflexión en su carrera desde el cual todo ha ido cuesta abajo, y sin frenos. La participación del malagueño ha caído en el vacío, siendo campaña tras campaña el último cambio de los partidos o ni eso, viendo como otros jugadores le han adelantado por la derecha y sin intermitente.
El letargo errático de Isco le ha dejado, como era de esperar, sin oferta ni interés alguno del Real Madrid por alargar su contrato, el cual ha supuesto una losa salarial para los blancos contando la nula participación del malagueño. Con menos de 6 meses para que su relación con el Madrid expire, ningún club se ha interesado por su situación, algo que sería impensable hace años cuando se lo rifaba media Europa.
Isco entró al campo contra el Getafe (1-0) para intentar revertir la situación el Coliseum pero no dejó ningún destello de la calidad que tantas veces había enamorado a la afición blanca. Tosco, fuera de forma y sin aportar nada diferencial, sabe que cada minuto puede ser la última bala para ser llamativo y atractivo para el club que quiera firmarle a partir del 1 de julio. De momento, solo Antonio Conte y alguna actuación estelar pueden darle al malagueño su redención.