El Bernabéu volvió a vivir una noche mágica de Champions y llevó en volandas a su equipo para lograr una remontada histórica ante el PSG
La RAE define a la magia como “arte o ciencia con que se pretende producir resultados contrarios a las leyes naturales”. Aquí lo natural era ver al PSG en cuartos. De hecho, el partido del Parque de los Príncipes fue una muestra de clara superioridad por parte del conjunto parisino, pero el Bernabéu tiene ese elemento místico capaz de transformar la realidad hasta volverla mágica e inexplicable.
Que el Madrid consiga estas hazañas no es nuevo, pero algo así aún sigue sorprendiendo hasta al madridista más longevo. Empezó a hacerse habitual con las remontadas lideradas por una leyenda que intimidó a los futbolistas de Inter gritándoles esa frase de “90 minuti en el Bernabéu son molto longo” poco antes de salir a golearles en el terreno de juego. En esa frase de Juanito se escudaba el madridismo después del partido de París. Tras la ida, no había ningún motivo futbolístico para creer en una remontada, pero es que se jugaba en el Bernabéu. Y solo por eso merecía la pena creer.
Podríamos estar horas analizando los aspectos tácticos que provocaron el derrumbe del PSG y la épica del Madrid, pero sigue habiendo cosas que no tienen sitio en el terreno de la lógica. La táctica y las pizarras no pueden explicarlo todo en el fútbol. Por ejemplo, no se puede explicar cómo un croata de 36 años siga siendo capaz, a su edad, de hacer semejante despliegue de potencia y calidad.
Se decía que ellos eran mejores, pero los jugadores del Madrid tienen ese ADN especial. Tal y como dice su himno, son “lucha” y son “belleza“; y Benzema recordó el verso de “el grito que aprendí” para dejarse la voz en una reacción de rabia y felicidad puras hasta en tres ocasiones. Tres goles marcó Karim, consolidándose como la leyenda que es y superando en dianas a Di Stefano en una noche perfecta.
Todo esto se magnifica cuando viene acompañado de un ambiente que intimida a cualquier mortal. La afición hizo que el partido se empezara a ganar desde antes del pitido inicial. Ellos hicieron que a Donnarumma le temblaran las piernas ante Benzema, ellos le dieron a Modric esa última pizca de oxígeno y ellos empujaron cada uno de los balones que Karim dirigió a la portería. El Bernabéu estalló cuatro veces, con tres goles y un pitido inicial. “El grito que aprendí“.
La noche no solo fue especial por lograr una remontada heroica para pasar a cuartos. Había mucho alrededor de este partido. Era ganarle al fútbol-negocio. A un club-Estado. Y hacerlo con unas armas tradicionales. Con unos jugadores que no han salido del dinero de los petrodólares. Era ganarle al club que rechazó 170 millones de euros a cambio de un jugador que acababa contrato al año siguiente. Era demostrarle a ese jugador, a Mbappe, que los ganadores visten de blanco; y que si quiere marcar una época en la historia del fútbol, no hay mejor lugar para hacerlo que en el Real Madrid.
