Las recientes actuaciones del lateral no convencen a la afición, que pide su cabeza
Desmarque a la espalda de la defensa. Conducción hasta línea de fondo. Centro raso al punto de penalti. Gol. ¿Cuántas veces hemos visto a Jordi Alba hacer esta jugada? Solo existe un problema. No estamos en 2018, y quien remataba ese centro atrás ya hace un año que tuvo que irse de casa. Desde ese año, el nivel del lateral de L’Hospitalet no ha hecho más que disminuir.
No es casualidad que Alba aparezca en todas las fotos de las derrotas humillantes del Barcelona en Europa estos últimos años, pues el lateral ha ido bajando sus prestaciones, y la nula competencia que el club le ha brindado –Digne, de los pocos que le compitió un poco, duró dos telediarios– han permitido que el jugador se relaje y asuma que es intocable, que independientemente de su rendimiento va a jugar. En definitiva, que es una vaca sagrada.
Lo cierto es que “el amiguísimo” ya no es lo que era. Si en ataque sube por la banda como un avión, o como una avioneta, no nos engañemos, luego regresa a su posición cuál tractor. Y esto se ha convertido en la tónica habitual.
Actos recientes que no ayudan
Pero su nivel –y sobre todo su actitud– este principio de temporada ha hecho detonar a la afición culer. Cuando se habla de rebajas salariales de los capitanes, el bueno de Jordi nunca aparece, como si de un repliegue se tratara. Su intención de cumplir con un contrato totalmente fuera de mercado que firmó meses después del ridículo en Anfield, donde aparece en casi todas las fotos, no ayuda a que el aficionado sienta compasión por él.
Su nivel futbolístico tampoco ayuda. Durante toda la pretemporada Alejandro Baldé ha demostrado que está listo para pelearle el puesto, e incluso parecía que ante el Rayo Xavi iba a optar por la meritocracia y Jordi no sería titular. Pero a la hora de la verdad, Xavi, que de momento no ha demostrado mano dura con los capitanes, le dio la titularidad a un Jordi Alba que estuvo sencillamente horrible antes de ser substituido entrada la segunda mitad. Queda por ver si la posible llegada de Marcos Alonso hace que el lateral catalán pierda protagonismo.
Es sabido por todos que Jordi no encaja bien las criticas. Que no es la persona más ejemplar del vestuario, y que tampoco tiene una gran mentalidad. Solo hace falta recordar sus lágrimas en la media parte en Anfield tras su grave error, o preguntarse por qué siendo uno de los portavoces de la plantilla, solo aparece en las entrevistas postpartido cuando marca un gol.