En un Manchester City plagado de superestrellas, Bernardo Silva vive en un segundo plano, pero los triunfos no se explican sin su presencia
En la zona celeste de Manchester conviven futbolistas cuyo nivel roza e incluso, en algunos casos, traspasa lo superlativo. Erling Braut Haaland, Kevin De Bruyne, Rodri Hernández, Riyad Mahrez, Jack Grealish, Ruben Dias, Julián Álvarez o Ilkay Gündogan. Entre ellos aglutinan la mayor parte del foco mediático. No importa. Nunca importó. A Bernardo jamás le ha interesado eso de ser el protagonista. Es el amigo de todos. El compañero que te llevarías a una isla desierta. Sí el Manchester City representase la película Cars, Bernardo sería Mate. Si el Manchester City jugara en Fondo de Bikini, Bernardo sería Patricio. Parece secundario, irrelevante, pero sin él nada tendría sentido.
Mientras las miradas recaen sobre el resto, el luso trabaja en silencio, cual jugador de Assansins Creed. Prefiere liderar desde la sombra. Parece tan inofensivo como una rana dorada. Pero las apariencias engañan. No tiene el físico de Ngolo Kanté ni las piernas de Usain Bolt, tiene la cabeza de Tony Stark, y eso le basta para destrozarte.Cuando te das cuenta, el luso ya se ha apoderado del partido. Desde el lateral zurdo hasta el extremo diestro, pasando por la medular, la mediapunta y la delantera. Está en todas partes.
«Bernardo Silva es la definición de un jugador de fútbol. Está en todas partes. Entiende todo. En el medio, de falso nueve, incluso de lateral zurdo. Es muy importante en estos partidos. Es uno de los mejores que he entrenado en mi vida”. Esto dijo Pep Guardiola sobre él hace una semana en la rueda de prensa posterior al 3-0 vs Bayern. Cuando el M.City necesitaba a un compañero en la base parara Rodri, Bernardo fue la solución. Cuando el M. City necesitaba un nueve, Bernardo fue la solución. Cuando el M. City necesitaba a un lateral para cubrir las bajas, Bernardo fue la solución. Y, cuando el M.City necesitaba a un jugador que pudiera actuar como centrocampista partiendo desde el extremo derecho, Bernardo volvió a ser la solución.
Eliminatoria contra el Bayern
En la eliminatoria contra el Bayern fue precisamente esta última versión del astro portugués la que vimos. Consciente de que la Champions League te puede jugar malas pasadas y entendiendo que debía ser más conservador de lo habitual, Pep optó por introducir a Bernardo Silva en el ED en lugar de un Riyad Mahrez que venía con la flechita para arriba. La apuesta le salió francamente bien, como casi siempre.
En la ida, su par fue Davies, un velocista con un físico portentoso dificilmente superable en el 1vs1. No obstante, Bernardo le superó. En velocidad, pero en la velocidad en la que sus piernas ejecutaron todas las órdenes de su sobrenatural cerebro. Como jugada ejemplificadora la siguiente: Silva se escora hacia la cal. Le rodean, en forma de triángulo, Sané, Goretzka y Davies. Mete un cambio de ritmo y le hace un caño a Davies. No conforme, se lo replica a Goretzka un segundo después. Davies se rehace y recupera el balón. Bernardo aprieta, roba, le tira otro caño y le pone un pase atrás a un Stones que venía desde segunda línea.
Bernardo Silva tiene el don de hacer muchas cosas y hacerlas todas francamente bien. Es más económico que un 3×1 del Carrefour y más polivante que un lápiz con goma integrada. Su lectura de juego es propia de un superdotado. Ya no solo para entender los mecanismos ofensivos que demanda el modelo de Pep, es también uno de los jugadores más inteligentes a la hora de presionar. «Bernardo tiene la habilidad para saber exactamente cómo presionar a 3 jugadores con 2 movimientos. Ningún jugador en el mundo puede hacer eso. Ninguno. No es lo físico, es que es muy inteligente.» Se marchó del Etihad con gol, asitencia y exhibición incluida. Demostrando, una vez más, que el físico sucumbió a la inteligencia.
Las nuevas generaciones utilizan los highlights de Tiktok como baremo calificativo de los futbolistas. Los analistas hacen mayor hincapié en los movimientos del jugador sin balón. El aficionado promedio quiere ver a jugadores por los que valgan la pena encender el televisor. Efectivamente, Bernardo es como una peli para ver en familia, apta para todos los públicos. En un fútbol cada vez más tendente a lo físico, los falsos lentos como Bernardo Silva son una bendición Un refrán muy conocido dice: «Vísteme despacio que tengo prisa». Ya puestos, yo prefiero que me vista Bernardo.
