El nivel de Lucas Ocampos desde su regreso al Sevilla está recordando a el que mostró en su primer año en Nervión
Casi nueve meses después sigue sin haber una explicación razonable de la marcha de Lucas Ocampos al Ajax. Los desentendimientos con Lopetegui, además de un notable bajón futbolístico, pudieron servir como ‘excusa’ para deshacerse en forma de cesión del argentino cuando el acuerdo en un principio era un traspaso por unos 20 millones de euros. Lo que está claro es que fue una operación, cuanto menos, complicada de entender. En su lugar y a la desesperada llegó Adnan Januzaj al Sevilla. Ahora, tras ser ambos jugadores casi inexistentes para sus entrenadores en sus nuevos equipos, uno ha vuelto a donde nunca debió irse y otro juega en Turquía.
El Ocampos peleado con el mundo
Seguramente, el factor que Monchi tuvo más en cuenta a la hora de aceptar términos con el Ajax fue el bajo rendimiento de Ocampos meses previos a su salida. El de Quilmes perdió su olfato goleador, dejó de aportar su garra y su participación, en repetidas ocasiones, restaba más que sumaba. Ya no decidía bien en el último tercio del campo e incluso pegaba patadas a destiempo. La frustración se apoderó de él. No hay que olvidar que estuvo presente en los dos primeros partidos de la actual competición liguera, cuando el equipo de Nervión era todo un despropósito. Su ciclo parecía acabado.
Sorpresas que te da la vida, su cesión salió aún peor que la incorporación de su sustituto. Entonces, Monchi supo recapacitar y negociar la vuelta de un jugador el cual, estando centrado, podía aportar para sacar al equipo de la quema. No fue hasta mediados de enero cuando Ocampos volvió a ponerse la camiseta sevillista, en lo que fue, sin duda alguna, un punto de inflexión tanto en la mentalidad del jugador como en la dinámica del club.
De apartado a clave
El regreso de Lucas al Sánchez-Pizjuán coincidió con la discreta estancia de Sampaoli en el banquillo nervionense. Pese a que con éste los jugadores -dicho por ellos- no tenían clara la idea de juego, el ex de River mostró un cambio de chip evidenciado en el hambre por volver a ser el ídolo de una afición que se había ilusionado con su vuelta. Sin embargo no ha sido hasta la llegada de José Luis Mendilibar cuando Ocampos se ha ganado el total perdón de todos los que en algún momento él mismo defraudó.
Su partido en Old Trafford fue una masterclass de cómo echarse un equipo a la espalda. Estaba en todas: ganador de hasta… ¡15 duelos! en el ‘Teatro de los Sueños’. Cabalgadas, regates, ayudas defensivas, oxígeno para sus compañeros. Todas las cualidades que encandilaron al sevillismo allá por 2020. Puro Lucas Ocampos.
Cierto es que anda lejos del nivel goleador que mostró antaño, pero contar con un siquiera 70% de aquel jugador ya es un triunfo para todo lo que engloba al Sevilla FC. Está por ver qué pasará en el final de temporada, dónde acabará el equipo -que ya mira a Europa-. Después de eso, tendrá que volver a sentarse con el club para terminar de arreglar, si no lo está ya, lo sucedido a finales de agosto. Una figura importante en la historia muy reciente del club, un líder dentro y fuera del campo y un grandísimo jugador cuando está centrado no mereció el trato recibido. Ocampos se obsesionó con volver a ser querido en el Sánchez-Pizjuán y vaya si lo está consiguiendo.