Venció 1-0 a los canarios en Montilivi, con gol del recién llegado Portu, y se puso a dos del Real Madrid
Suele decirse, en el fútbol, que los partidos difíciles los suele destrabar la intervención de algún jugador especial. El partido entre Girona y Las Palmas, válido por la fecha 4 de la Liga EA Sports, es un ejemplo válido. Ni el local ni el visitante se sentían cómodos. Se friccionaba mucho en el mediocampo. Pocas ideas, pocas jugadas de varios toques. Más por impericia de los atacantes que porque las defensas fueran murallas, el partido tuvo pocas situaciones. Hasta que, a dos minutos del tiempo cumplido, apareció Cristian Portu Manzanera y estampó el 1-0 con que el Girona se mantiene expectante, a dos puntos del Real Madrid.
Parece evidente que Portu es un jugador hecho para el Girona. Sus números en el club son significativamente mejores a los que tiene en cualquier otro club. Lleva 21 goles en 72 partidos en Primera. Definió un encuentro que había comenzado, irónicamente, mejor para Las Palmas, que por medio de Pejiño avisó a los 3 minutos de empezado el juego.
En aquella primera mitad, ambos equipos privilegiaron el buen juego asociado, con salida desde abajo. Prevalecía el Girona, que por las bandas superaba con claridad a Las Palmas. Sin embargo, ni Tsygankov ni Savio, que tuvieron las más claras, lograron batir a Valles. En esta dinámica, a Christian Stuani le anularon dos goles. El primero por offside, marcado por el VAR, y el segundo por una supuesta falta sobre Enzo Loiodice. La segunda pareció un contacto propio del juego. Pero el juez consideró falta y, como el VAR no lo corrigió, se saldó con un tiro libre a favor de la visita. Girona había merecido más, pero se iba al descanso 0-0.
En el segundo tiempo los de Míchel salieron a comerse a su rival. Al instante hubo una posible mano de Julián Araujo en el área. Pero fue juzgada como casual. El DT de Las Palmas movió el banco: adentro Máximo Perrone y Benito Ramírez, y el primero empezó a complicar a la defensa gironí. La visita crecía a la par que el Girona retrocedía y veía cómo le quedaba cada vez más lejos la portería canaria. Lo tuvo Araujo, de cabeza, pero Gazzaniga estaba bien ubicado y paró el testarazo. Míchel se jugó el todo por el todo e hizo ingresar a Valery Fernández y Portu. Ya habían entrado Yan Couto, Torre y Artem Dobvyk, que buscaba extender su racha goleadora. Nada.
Parecía que no iba a pasar más nada en el partido, que iba a morir en unas buenas intenciones sin concreción. Pero en el minuto 43 dos de los ingresados armaron una linda jugada. Yan Couto puso un pase largo para Miguel Gutiérrez, que se había proyectado, y éste lanzó el centro, milimétrico, para la entrada de Portu, que venció a Vallés. Alegría en el conjunto rojiblanco y desazón para los de García Pimienta, que, a pesar de que juegan con buen concepto al fútbol, siguen perdiendo puntos por falta de contundencia.