El Bayern comenzó la temporada tal y como terminó la anterior, aplastando, y mucho tuvo que ver en ello el nuevo fichaje bávaro
El Bayern de Múnich sigue a lo suyo. El gigante bávaro dejó por los suelos a un Schalke 04 con demasiadas carencias, endosándole un 8-0. Se notó que los de Gelsenkirchen no están para competir por la liga, aunque si el Bayern mantiene este nivel nadie está listo realmente.
El conjunto de Hans-Dieter Flick sigue arrasando allá por donde va, le da igual si es en casa o por todo el continente. El partido de ayer fue toda una demostración de músculo ante un enclenque rival, pero no hay nada de nuevo en ello. A pesar de la marcha de Thiago Alcántara al Liverpool -un jugador que en forma y con continuidad es la brújula del equipo-, este Bayern sigue siendo arrollador, y parece imposible que nadie pueda hacerle sombra de nuevo este año.
Flick armó una máquina perfectamente engrasada, algo que parecía imposible visto lo visto con Niko Kovac al mando. Pero por si no fuera poco, por si no nos hubieran sorprendido tanto, el Bayern se ha reforzado aún más. Sorprendentemente, este equipo podía mejorar, y Leroy Sané es el jugador que ha dado ese salto de calidad. El ya ex jugador del Manchester City tuvo un debut (oficial) soñado, anotando un gol y repartiendo dos asistencias ante el equipo en el que se labró un nombre. Ayer desarmó por completo el patrón defensivo del rival, con una exhibición de explosión en carrera brutal. Prueba de ello fue su gol, en el que se desmarcó a base de velocidad de tres contrarios, ganándose la espalda, y definiendo con elegancia. En las minas estarán tirándose de los pelos.
Dignos herederos de ‘Robbery’
Y este refuerzo llega en el mejor momento. En Baviera se las prometían muy infelices con las marchas de Robben (retirado, aunque esta temporada volvió al fútbol de la mano del Groningen) y de Ribéry (se fue a la Fiorentina), pero Leroy Sané y Serge Gnabry han cargado con ese gran peso. Han sido capaces de superar dos duras marchas, las de dos jugadores que marcaron una época en el club y en el fútbol. La dupla franco-holandesa es de las mejores, si no la mejor, en la historia del Bayern, pero estos dos chicos han soportado el duro cargo de no solo ocupar su vacío, sino de además portar sus dorsales. Gnabry con el ‘7’ y Sané con el ‘10’ están llamados a acaparar las miradas del mundo entero. Es pronto para aventurarse, pero la sociedad alemana pinta fructífera, y más teniendo como tercer aliado a Robert Lewandowski.
Gnabry ayer anotó un hat-trick que no dejó indiferente a nadie. El alemán siguió con su particular y espléndido estado de forma, y fue la pesadilla de una defensa inocente. A esta increíble actuación hay que sumarle -cómo no- la de Lewandowski, que anotó de penalti y dio una asistencia de rabona de la que todos hablan hoy. Se avecinan tiempos dulces en Múnich… a menos que todo vuelva a torcerse.