El equipo de Lopetegui acumula tres derrotas consecutivas en liga y dejando unas muy mañas sensaciones, la última en Bilbao dejándose remontar
Lo que hace unos años sería algo normal, que el Sevilla pierda tres partidos seguidos en la liga actualmente es una crisis en toda regla. Esto habla muy bien del crecimiento institucional en los últimos años del club, no cabe duda, pero las malas rachas siguen llegando y cada vez destapan más dudas sobre la afición.
El Sevilla hizo un gran partido en el Camp Nou hace algo menos de un mes, donde mereció ganar. Se prolongaba la racha después de ganar en Cádiz y al Levante en casa, pero la visita a Los Cármenes desató una crisis de juego y de resultados que sigue dos semanas después. Yangel Herrera le dio la victoria al Granada en un partido que el conjunto nazarí mereció ganar. Era un campo difícil y la derrota tenía que llegar tarde o temprano. Eso, sumado a que tres días después había que visitar al Chelsea, le daban un pase a los hispalenses.
Se empató en Stamford Bridge en un gran partido, pero había que volver a la competición doméstica. En este caso, el Éibar, que vuelve a ganar al Sevilla merecidamente. Volvió a haber rotaciones y hubo algo de mala suerte, pero la realidad era que ya iban dos derrotas seguidas.
Vuelve la Champions y se vuelve a hacer un partidazo. Sin matar el partido, pero creando 23 ocasiones claras de gol ante un Rennes dominado por los sevillistas. Toca viajar a San Mamés, y esta vez no hay rotaciones. Salvo En-Nesyri (que marcó) era el equipo de gala. Se empieza bien, dominando y marcando rápido, pero la mala lectura del partido por parte de Lopetegui sumados al pobre rendimiento de la unidad B del Sevilla con los cambios, pusieron en bandeja la remontada vasca y encadenando así tres partidos consecutivos perdiendo.
¿Cuál es el fallo?
Se puede acusar a la Champions. El desgaste de la máxima competición a nivel de clubes pasa factura y los jugadores son humanos. La realidad es que el Sevilla no puede darle la espalda a la liga. Para afianzarse como un coloso europeo hay que jugar la Copa de Campeones año si y año también, y eso te lo permite la competición nacional. La liga es lo que le da de comer al equipo y descuidarla puede causar una crisis.
En Bilbao, Lopetegui asumió la derrota. La autocrítica no sana la herida, ni mucho menos, pero la calma. El vasco no supo leer el partido y Garitano le dio un baño táctico. Su puesto no está en duda, ya que se confía en él por méritos propios, pero como pasen las semanas y el equipo no levante cabeza, tocará replantearse si el entrenador que devolvió al Sevilla a la Champions y le hizo volver a ganar un título debe seguir al mando de un barco en proceso de progresión.