Su ubicación en el esquema, la confianza de Koeman, sus últimas declaraciones en televisión y el apoyo de su entorno han devuelto a Griezmann algo de confianza
Parecía imposible. No fue el tipo de fracaso que muchos mencionaban, pero el nivel de Antoine Griezmann en el Barça estaba lejos de ser vital para el FC Barcelona. Sin embargo, ‘el principito’ decidió volver a escena. El telón subió, aunque muchos en el teatro tenían la sensación de que la función ya había terminado, y el francés empezó entonces a dirigir la orquesta.
“Nos han cambiado a Griezmann”, pensarán muchos culés. Parece claro que la actual versión del francés dista millas de lo que se había visto en el Camp Nou hasta ahora. Ese mediapunta perdido en el extremo izquierdo que no sabía cómo ni dónde aparecer, aunque de vez en cuando consiguiera hacerlo. Ahora, y después de un arranque desafortunado esta temporada, el francés ha tirado la puerta abajo con unas actuaciones de ensueño que tienen ciertas claves a mencionar.
Los nombres de Koeman y Braithwaite, los máximos responsables del subidón del principito
Quién sabe si será una realidad o un simple espejismo, pero parece que con cada partido que pasa, el nivel de Griezmann vuelve poco a poco a asemejarse al que se pudo disfrutar en sus noches de fútbol en el Calderón. Jugón, prolífico, oportuno y, por fin, afortunado de cara a portería.
Sin embargo, gran parte de la culpa en ese aspecto la tienen dos factores externos al francés: su técnico, Ronald Koeman, y un delantero con el que no se contaba: Martin Braithwaite. El cambio de posición a ese mediapunta central en el famoso 4-2-3-1 de Koeman parece venirle de perlas al francés, que después de pasar por el puesto de falso nueve y de extremo en ambos costados, ha encontrado su hábitat natural detrás de un delantero puro como Braithwaite que, dejando de lado su calidad, cumple con los estándares necesarios para jugar ahí.
Antoine se siente liberado y encuentra los espacios cuando y como los necesita. Los últimos tres partidos en Liga y Champions (tres victorias en las que el Barça suma once goles a favor y ninguno en contra) han traído consigo la mejor versión del francés. Contra Osasuna, incluso, siendo el mayor partícipe del juego ofensivo del equipo y superando a Messi en toques de balón. Quizá ahí esté la clave para que Griezmann se sienta importante, y a su vez para que el argentino pueda aparecer en su mejor estado en ocasiones más determinadas.
La función acaba aquí… ¿O no hace más que comenzar?
Ojalá sea solamente el comienzo. Es complicado, pero parece que muchas de las opciones para optar a algo del conjunto culé pasan por mantener a Griezmann en este estado de forma tan espléndido por el que pasa. Pese a los comentarios que surgen a su alrededor, parece que él sigue centrado en su fútbol y en aportar el máximo dentro y fuera del campo (véase su aparente excelente relación con Philippe Coutinho y ejemplos como la ‘fiesta’ que montó en el avión en el cumpleaños de Pedri).
Además, por sus botas parece pasar también la mejor versión de un avión llamado Ousmane Dembélé que se siente cómodo junto a su compatriota. Muchos le veían ya lejos del Camp Nou, pero parece que Griezmann tenía otra idea en mente. El telón no cayó: él decidió que era el momento para echarlo abajo. El público no se quedó: fue él quien les impidió marcharse. Y la función, por supuesto, no era otra que ver al fútbol del príncipe volver.
Porque a veces, y pese a los títulos de la saga del Señor de los Anillos, no hace falta que vuelva ‘El Rey’, pues éste siempre ha estado. A veces, lo que hace falta es que la corona la sustente ‘El Príncipe’. Larga vida al fútbol de Antoine.