El ariete sueco fue verdugo del gol allá donde jugó y formó parte de alguno de los mejores equipos de toda Europa
Cuando alguien es cuestionado sobre qué debe tener un gran delantero muchos no tardarían en dar su respuesta. Rápido, ágil, oportuno, técnico, voraz… y es en esa sarta de adjetivos y cualidades es donde aparece el héroe que nos incumbe: Henrik Larsson (Suecia, 1971), la pantera albina.
Primero con sus características rastas y luego con la cabeza rapada, se hinchó a meter goles y se ganó el cariño de toda Europa. Henke hizo carrera por Holanda, Escocia, España, Inglaterra y su natal Suecia, ganó la Champions y llegó a ser Bota de Oro, siendo el máximo goleador de la historia de la Europa League.
Los orígenes: Högabords y Helsinburg IF (1988-1992)
Henrik Larsson nace el 20 de septiembre de 1971 en Helsingborg, Suecia. De padre caboverdiano y madre nórdica, la jovencísima predilección de Henke por el deporte rey lo llevó a fichar por las categorías inferiores del Högabords sueco, con solo seis años.
Siguió creciendo categoría por categoría hasta que con 17 años subió al primer equipo, en 1988. Realizó pruebas para poder entrar al Benfica de Sven Göran-Eriksson, sin aparente éxito, y eso le empujó a hacer carrera con el equipo que lo formó.
En condición de semiprofesional y alternando su prometedora carrera con el trabajo de frutero, estuvo hasta 1992. Metió 23 goles en 64 partidos, todos en 4 temporadas. Sus buenos números le llevaron a fichar ese mismo año por el equipo profesional de su ciudad, el Helsingburg IF.
Durante sus dos temporadas en el conjunto sueco empezó a mostrar destellos del jugadorazo que sería. Metió 51 goles en 61 partidos disputados, incluyendo 34 en su primera temporada, que ayudaron al ascenso a Primera División de un Helsingborg que llevaba 24 años vagando por divisiones inferiores.
Sus 17 goles en su primera temporada en la Allsvenskan fueron la puntilla para que diera el paso a un equipo con más historia: el Feyenoord de Róterdam. Tenía 22 años y todo el futuro por delante.
Larsson se pone en el mapa: Feyenoord y el Mundial 94′ (1993-1997)
Larsson aterrizó en Holanda con el cartel de promesa emergente. En la Eredevisie permaneció un total de cuatro temporadas, y fue allí cuando acabó de desarrollar un diáfano abanico de recursos que en su última etapa lo haría muy característico.
Aprendió a jugar en el contexto del célebre Fútbol Total, endémico en Países Bajos. Pese que padeció una alternancia constante en sus posiciones de ataque, eso no le limitó a la hora de meter goles. 42 goles en 149 partidos fue su saldo en Róterdam.
En su primer año perforó la portería rival hasta 6 veces. Un crecimiento exponencial en su juego junto su papeleta de joven promesa le llevó a formar parte de los 22 convocados suecos de la cita mundialista de Estados Unidos en 1994. Pese que solo metió un gol ante Bulgaria, su llamativa imagen (juvenil, con rastas) y el papelón que Suecia hizo en EEUU (quedaron terceros, a un paso de la final) lo pusieron en el ojo del planeta fútbol, ya nada volvería a ser lo mismo.
Sus temporadas siguientes en Holanda acabaron de asentarlo como profesional. 16, 12 y 8 goles fueron los números de sus siguientes y últimas tres temporadas como rojiblanco.
Sin una posición que lo afianzase como goleador referencia en el equipo, las muchas promesas contractuales sin acometer y el finalmente ir a juicio por el incumplimiento de su cláusula de rescisión, fue la gota que colmó todos los vasos posibles.
Esa tormenta perfecta acabó llevándole en verano de 1997 al Celtic de Glasgow, que ya tenía informes suyos del pasado Mundial en 1994. 650.000 libras fue el precio del traspaso.
Consagración en la élite: Celtic de Glasgow (1997-2000)
Tras años convulsos en tierras holandesas, la llegada de Larsson en Escocia marcaría un antes y un después en la historia de Larsson y el conjunto católico. Pese costarle al principio adaptarse al férreo juego escocés, su primera temporada fue llamativa. Logró materializar 19 goles en 42 partidos, asentándolo como un ariete versátil y tácticamente muy inteligente. También logró llevarse la liga y la Copa de la Liga, evitando el décimo entorchado consecutivo del Rangers en competición doméstica.
Su segunda temporada supuso su explosión total, ya como referencia absoluta en el conjunto verdiblanco. Consiguió meter la friolera de 38 goles, 29 de ellos en liga, que no pudieron reeditar. Pese que fue un año en blanco, las buenas sensaciones en Celtic Park eran tangibles.
La 99/00 fue, quizás, el año que marcó la carrera del punta nórdico. Larsson empezó el año como un tiro, metiendo 12 goles en 13 partidos, pero absolutamente todo se fue al traste. Se fracturó brutalmente la rodilla en un partido de UEFA contra el Olympique de Lyon, en octubre, y se perdería el resto de la temporada.
“The King of Kings”, la llegada de un icono: Celtic de Glasgow (2000-2004)
Una vez más, los católicos se quedaron en blanco ese año. La falta de Larsson fue crucial para poder entender el fracaso del Celtic aquella temporada. La lesión, que podía haber acabado su carrera, se temía que provocase un cambio en su juego o un bajón en su rendimiento.
Nada más lejos de la realidad. La temporada 2000/01 fue el comienzo de una era gloriosa en Celtic Park, que hasta la temporada 2003/04 pudo saborear la dulzura del éxito con títulos y hitos históricos.
Se llevó tres ligas, dos de ellas consecutivas; se hizo con dos Copas de Escocia y una Copa de la Liga, incluyendo también una final de la Copa de la UEFA en 2003, que perdió contra el Porto de José Mourinho.
También ese tiempo se pudo ver la mejor versión de Henrik Larsson. El delantero sueco se rapó sus características rastas, mostrando un “look” más maduro y echándose todo el equipo a la espaldas.
Ese casi lustro fue una auténtica apisonadora. Consiguió meter 53, 35, 44 y 41 goles respectivamente por año, mostrando una espectacular capacidad goleadora. Su imperial temporada 2000/01 le otorgó su única Bota de Oro europea, por encima de mitos como Hernán Crespo, Andriy Shevchenko o Raúl González.
El olfato goleador de Heinke se encontraba en estado de gracia, pero también el número de premios individuales hacia su persona. Consiguió ser jugador del año sueco durante cuatro años consecutivos, fue incluido como Jugador de Oro de la FIFA al mejor jugador sueco de los últimos 50 años y ser el máximo goleador de la historia de la UEFA, entre otros.
Su último año en el conjunto escocés, la 03/04, fue la melaza de una carrera en espectacular con los católicos. Volvió a ganar el doblete doméstico, fue el máximo goleador en Liga, se consagraba así como pichichi en 5 de las 6 temporadas que disputó y acabó asentando su condición de leyenda entre la afición verdiblanca.
The King of Kings, apodo que marcó su carrera en Escocia, abandonó la casa que lo vio crecer y lo transformaba en un auténtico mito del mundo del fútbol.
El amor recíproco de su devota afición le valió ser nombrado Caballero de la Orden del Imperio Británico, reclamado por la afición católica con éxito y entregado en 2006, siendo todo una proeza para extranjeros en las islas. Imagínense como cambió el juego.
Vino como benjamín y salió como un auténtico icono. En busca de nuevos horizontes por acechar, y recomendado por su buen amigo Gio Van Bronckhorst, fichó por el FC Barcelona.
Francotirador de segunda línea: FC Barcelona (2004-2006)
Larsson llegaba en verano de 2004 a Barcelona con 33 años y en un equipo en pleno auge. Jugadores como Ronaldinho, Deco o el recién fichado Eto’o estaban llamados a marcar una época. Desde el primer instante el ariete sueco aceptó su rol de delantero suplente, disputando su primera temporada de azulgrana como revulsivo de Samuel Eto’o.
Pese que lesionarse de gravedad en su primera temporada, pudo meter 4 goles en 17 partidos -ganando la Liga- y extender su contrato un año más. Entonces llegó la temporada 2005/06 y fue cuando brilló como el revulsivo perfecto.
Con el equipo perfectamente carburado, Larsson logró como suplente la estupenda cifra de 15 goles en 42 partidos, consagrándose como el intercambio natural de Eto’o y ganándose el cariño del aficionado blaugrana. Su carácter reservado, maduro y trabajador fue la bandera del sueco en el Camp Nou.
El Fútbol Total que aprendió hacía 13 años en Róterdam estaba muy relacionado con el juego que imponía Rijkaard, de toque y equipo, y eso transformó a Henrik en una pieza esencial en los esquemas del holandés. Su mejor servicio como azulgrana lo realizó en la Final de la Champions de París en 2006, que resumió perfectamente la labor del sueco en el Barça.
Salió en el minuto 70, y con la precisión de un francotirador, regaló dos asistencias a Eto’o y Giuly. Esos dos “zarpazos” valieron remontar un vastísimo encuentro y ganar así ante el Arsenal de los Invencibles, que daba ya sus últimos coletazos en el Olimpo.
Ese partido fue la síntesis de un jugador único. El mismo Thierry Henry, estrella del Arsenal, lo dijo al final del encuentro. El partido no lo ganó ni Ronaldinho, ni Eto’o ni Deco. Fue Larsson. Un jugador reconvertido que pasó de killer a maestro de tres cuartos; aceptó su papel secundario, y acabó siendo protagonista.
Pese que Laporta insistió en renovarle un curso más tras su exitoso año, no cambió de parecer. 2006 fue el año de su vuelta a Suecia, tras el Mundial, para retirarse de una carrera gloriosa. Aún así, tendría que dar un último gran coletazo en la élite.
Vuelta a Helsingborg (2006)
Larsson volvía a su Suecia natal con el título de campeón de Europa bajo el brazo. Su experiencia y veteranía ayudaron al equipo a clasificarse en Europa y lograr una Svensa Cupen (Copa de la Liga) el mismo año de su vuelta, en 2006.
Durante las cuatro temporadas que estuvo en su segunda etapa en el conjunto nórdico disputó 107 partidos y metió 57 goles. Su olfato goleador, único en el mundo, seguía intacto. A sus 37 años, en 2008, consiguió meter 14 goles en Liga, que ayudaron al equipo a quedar cuarto y poder y la clasificación a Europa League.
Triunfo fugaz en Manchester United (2007)
En medio de esos cuatro cursos, hubo un último adiós a la altura del legado de Henke. La liga sueca finalizaba a finales de año, y entre los meses de enero y marzo se vivían tiempos muertos. Ahí es donde entra el Manchester United y su gran valedor, Sir Alex Fergurson.
El entrenador escocés sabía muy bien de Henrik Larsson. Su admiración por el ariete se remontaba a tiempos del Feyenoord, donde el delantero aprendió a versatilizar su juego. Su compleja sencillez llamó la atención del mánager británico. Pese que intentó ficharl más de una ocasión, sacarlo del Celtic fue una auténtica quimera.
Fergurson también sabía del buen papel que hizo en Barcelona. Junto la espinilla de no haberle podido fichar en un pasado, hizo suma suficiente para que el míster mancuniano solicitara su cesión hasta marzo de 2007 para su todopoderoso Manchester United.
Entonces fue cuando con el 17 a la espalda, 35 años y desde hacía 8 meses jugando en segunda fila futbolística, Larsson aterrizaba en un plantel legendario. Nombres como Scholes, Giggs, Rooney o Cristiano Ronaldo copaban el firmamento de Old Trafford. Y, tal como ocurrió en Barcelona, impresionó a propios y extraños.
Su brevísima estadía (El Man Utd quería alargarle el contrato pero Larsson lo rechazó por una promesa familiar) se resumió en 3 goles en 13 partidos, incluyendo un gol en su debut.
Volvió a actuar muy eficientemente como “killer” de segunda línea, y en esos tres meses se ganó a la hinchada mancuniana por su juego y actitud, resumido en el dicho de “tanto en tan poco”.
Retiro (2009)
2009 marcó el fin de su carrera. Con 38 años en sus espaldas, acababa su trayectoria con la afición del Helsingborg IF ovacionando absolutamente todos los minutos que Larsson estuvo en el verde. Su casa le reconocía la grandeza, pero también el planeta fútbol. Una pantera albina que fue muy por delante de todos aquellos con los que se enfrentó.
Larsson en la Selección Sueca (1993-2009)
Henrik Larsson fue seleccionado por Suecia prácticamente toda su carrera profesional. Jugó 106 partidos internacionales y metió 37 goles con la zamarra nacional.
Fue referencia en ataque en todos los años en los que fue conovocado, acompañado de delanteros como Brolin, Ljungberg o Ibrahimovic. Disputó 3 Mundiales y 3 Eurocopas. Pese hacer amagos de retiro en 2002 y 2006 (tras los mundiales), no fue hasta 2009 cuando dejó de ir con la selección nórdica de manera definitiva.
En los años 1994, 2001 y 2004 fue el “MVP” absoluto de la selección nacional. Sus 22 goles en los 33 partidos en ese período ayudaron a Suecia a clasificarse en el Mundial 94 (donde destacó con un tercer puesto y saltó a la élite), Mundial 2002 y Eurocopa 2004.
Estilo de Juego
Larsson jugó en su carrera como delantero centro, extremo en ambas bandas, mediapunta y centrocampista ofensivo. Destacó por ser un jugador muy rápido y escurridizo, así como un disparo clínico y potente; explotó estas cualidades en sus etapas en Feyenoord y Celtic, donde fue seña y bandera durante 7 años.
Con el paso del tiempo y la llegada de una edad más madura, el juego de Henke mutó en el de rematador de área, organizador en tres cuartos y de gran sentido táctico. La etapa tardía en Barcelona y Mánchester retrata bien esa transformación.
Su capacidad resolutiva en cortos períodos de tiempo y un liderazgo nato lo acabaron de transformar en un atacante total que destacaba en todas las facetas ofensivas.