El guardameta vasco del Chelsea fue clave en la victoria de la Supercopa de Europa deteniendo dos lanzamientos en la tanda de penaltis
La carrera de Kepa Arrizabalaga en el Chelsea ha estado marcada por su fallos e infortunios. El guardameta de Ondarroa llegó con un gran cartel desde el Athletic Club, cuando los londinenses pagaron 80 millones por él. Su objetivo sería el de reemplazar a Thibaut Courtois, que salió al Real Madrid. Después de una primera temporada exitosa, sus fallos comenzaron a poner en duda su puesto. Desde la llegada de Edouard Mendy, el vasco fue relegado al banquillo, ya que el senegalés se mostró mucho más seguro desde un inicio. Sin embargo, fue un incidente en la etapa de Sarri en el banquillo blue lo que marcó un antes y un después en su etapa en Londrés.
Fue en la final de la Carabao Cup en 2019, cuando al término de la prórroga Sarri ordenó un cambio. Kepa había sufrido unas molestias, y el italiano prefería contar con un especialista como Willy Caballero para la tanda de penaltis. A tal momento Arrizabalaga levantó su mano y comenzó a decir que no con la mano, negándose a salir del campo. La imagen corrió como la pólvora por las redes sociales y ocupó las grandes portadas. Tanto entrenador como guardameta sufrieron grandes críticas, en especial el vasco, quien comenzó a sufrir una persecución. Desde entonces cada fallo del cancerbero fue señalado con fuerza, no encontrando tampoco el respaldo suficiente en su entrenador (Frank Lampard).
Sin embargo, Kepa se negó a rendirse, y como si se tratase de aquella final de Carabao Cup, se negó a salir del Chelsea. Permaneció en la plantilla blue, aguardando desde el banquillo a merced de contar con su oportunidad. Mendy siguió completando una gran campaña, llevando al Chelsea a ser campeón de la Champions League. Este triunfo les dio boleto para participar en la Supercopa de Europa ante el Villarreal (Campeón de la Europa League). En esta nueva final, los ingleses se adelantarían con un gol de Ziyech, que sería empatado en la segunda parte por Gerard Moreno. Con este resultado se llegaría al final del tiempo reglamentario, llevando la batalla hasta la prórroga.
En este tiempo extra, llegaría la oportunidad para, el hasta ese momento, infortunado Kepa. Era el minuto 119, y ahora él quien salía desde el banquillo como especialista en las penas máximas. Como en aquella final, pero cambiándose los roles, y esta vez Mendy si dejó su puesto para la entrada del vasco. Sin esperarlo, ahí estaba el ondagutarra en busca de darle un título a su equipo como ya haría temporadas atrás con la Europa League. La jugada salió a pedir de boca de Tuchel finalmente, Kepa no le falló y, sobre todo, no se falló a sí mismo. Detuvo el segundo lanzamiento a Mandi, haciendo gestos y movimientos para distraer a su lanzador.
Llegaría el lanzamiento definitivo, y todo un veterano como Raúl Albiol sería el encargado de mantener con vida las esperanzas amarillas. Kepa buscaría acabar con estas ilusiones, y sería la misma estrategia con la que consiguió detener el lanzamiento de Mandi. El vasco movió su cuerpo, gesticuló con sus brazos y se lanzó directo hacía su suerte. Lograría atrapar el lanzamiento de Albiol estirándose hacía su palo derecho. De esta forma conseguiría darle el título a los suyos, celebrándolo a la altura de las circunstancias. Un grito y una celebración llena de rabia que llevaba implícito mucho más que detener un penalti decisivo