Su fichaje por el eterno rival de la Real Sociedad supuso un antes y un después en la relación entre ambas entidades
Era el año 1995, y en Pamplona celebraban la fiesta en honor a su patrón. Mientras tanto, entre Bilbao y Donosti estallaba un terremoto que aún a día de hoy continúa resonando. Joseba Etxeberria, la gran perla de la cantera de Zubieta, cambiaba la camiseta “txuriurdin” de la Real Sociedad por la rojiblanca del Athletic Club, el eterno rival. Este no fue, ni mucho menos, el primer trasbordo entre estos equipos, pero sí el que más dolió a la hinchada donostiarra.
La perla de Zubieta
Nacido futbolústicamente en el CD Elgoibar de su pueblo natal, desde 1988 había formado parte de las categorías inferiores de la Real, hasta consumar su debut con el primer equipo en enero de 1995 ante el Espanyol. En lo que restó de temporada, Etxeberria jugó siete partidos, en los que anotó dos goles.
Tras la conclusión de la temporada 1994/1995, el jugador viajó a Qatar como uno de los componentes de la selección española sub-20 de cara al Mundial Sub-20. Aunque partía como teórico suplente, a raíz de la lesión de Fernando Morientes, acabó teniendo un protagonismo insospechado que le llevó a convertirse en la bota de oro del torneo, con siete goles. A partir de ahí, el público comenzó a hacerse eco del potencial que tenía el potro de Elgoibar, quien a sus 17 años había brillado con luz propia internacionalmente. No obstante, sus cifras en la liga no terminaban de convencer a muchos.
No fue el caso de los directivos del Athletic Club, quienes vieron en él un auténtico portento sobre el que basar su proyecto deportivo a largo plazo. Es por ello por lo que optaron por tratar de iniciar conversaciones con la Real por su fichaje. Como era de esperar, los guipuzcoanos se negaron rotundamente a dejar escapar a su perla, y mucho menos a su eterno rival.
Una estrella con presente y mucho futuro
Sin embargo, los dirigentes rojiblancos sí que consiguieron convencer al jugador, quien vio en el Athletic una oferta mucho más tentadora que la propuesta por su todavía equipo. No obstante, sin opción alguna a negociar, la única vía de escape con la que poder llevar a Etxeberria a Lezama sería mediante el pago de su cláusula de rescisión, estipulada en 550 millones de pesetas (unos 3,3 millones de euros).
El club bilbaíno, a pesar de las críticas ante una oferta desmesurado, no dudó en abonar lo exigido, consiguiendo la ansiada instantánea que protagonizaron José María Arrate, el entonces presidente del club vizcaíno, y Joseba Etxeberria, posando ya con la zamarra rojiblanca. Una imagen que sigue levantando ampollas hoy entre los hinchas de Anoeta.
Aquel fichaje fue visto a ojos de la directiva donostiarra como una traición por parte del Athletic, y desde ese momento se puso fin a cualquier tipo de relación entre directivas. Por otra parte, a nivel deportivo, lo cierto es que tanto el Athletic como el propio jugador salieron muy fortalecidos del traspaso.
Joseba Etxeberria se convirtió en un ídolo para una afición que el disfrutó durante quince temporadas y fue un de los jugadores capitales de un equipo que capitaneó durante sus últimas temporadas.
Tras su retirada en 2010, dejó para el recuerdo 104 goles, repartidos en 514 partidos. Cifra que, aún a día de hoy, le permite ser el tercer jugador con más encuentros disputados en la historia del equipo rojiblanco. Además, fue internacional con la selección española absoluta en 53 ocasiones, anotando 12 goles y disputando el Mundial de 1998 y las Eurocopas del 2000 y del 2004.