El conjunto azulgrana cayó ante el Real Madrid por 2-3, en un partido frenético y con “buenas noticias” para la hinchada barcelonista
Perder siempre es un mazazo, y más aún contra tu némesis. El Barça se despidió de la Supercopa de España por el mismo resultado que en sus anteriores encuentros en este nuevo formato del torneo: 2-3 y dejando escapar el trofeo en la prórroga. Ni contra el Atlético de Madrid, ni ante el Athletic Club, ni frente al Real Madrid. No obstante, tras esta eliminación, el aficionado culé y la propia plantilla, abandonaron Arabia Saudí con un buen sabor de boca. Y es que, pese a quedarse con la miel en los labios y haberse sobrepuesto en el electrónico dos veces, la nueva camada culé tuvo bajo sus órdenes a un Madrid carente de vida.
Con el regreso de efectivos fundamentales como Ansu Fati (después de 2 meses sin jugar por lesión), Pedri (tras 3 meses lesionado), y la suma de Ferran Torres (3 meses sin jugar y disputando su primer partido con el Barça)… la casaca azulgrana fue lucida con garra y pundonor. Los pupilos de Xavi, en cuestión de dos meses y tras haber sufrido multitud de lesiones, han crecido a pasos agigantados. La contienda de ayer en tierras saudíes es una muestra clara de ello.
Errores que suponen un comienzo
El equipo de Ancelotti fue un martillo percutor contragolpeando y, por ende, se llevó el premio de la victoria. Las pérdidas de balón de los blaugranas allanaron el terreno a un Madrid que, en ¾ de campo, tiene dinamita. Por ende, estos fallos de concentración son una oportunidad para darse una nueva oportunidad en los albores de la tempestad.
Xavi recaló en la Ciudad Condal con una consigna pautada: llevar al FC Barcelona al éxito. El técnico español ya lo logró vestido de corto, y ahora quiere hacer lo propio desde el banquillo. Por el momento, el elenco culé ha recuperado la ilusión y la actitud que necesitaba para competir. Los futbolistas creen en el plan de su entrenador, algo que no pasaba con Ronald Koeman, su anterior técnico.
A modo de conclusión, durante la noche de ayer, el FC Barcelona sacó los colmillos como hacía tiempo que no lo conseguía. Los engranajes comienzan a rodar y a limar las asperezas que tanto le estaban perjudicando. El camino tan solo lo acaban de emprender, pero la valentía que transmiten y su rutilante colección de nuevos cromos, despierta el hambre de títulos. El hecho de haber recuperado la esencia consuela la pena por la derrota, e inicia el diseño de una nueva armadura.