Analizamos el legado de Bordalás y el camino que debe seguir Quique Sánchez Flores para volver a hacer del Getafe un equipo de garantías
Cuando un equipo toca la cima, está destinado tarde o temprano a caer. En el fútbol moderno es importante la caída, pero también es igual o más importante la manera en la que caes.
Puedes caer tirándote de cabeza sin nada que amortigüe la caída al fondo o puedes ir deslizándote ladera abajo haciendo descansos en los pequeños rellanos que vaya dejando la montaña. Esta segunda opción es la que ha elegido el bueno de Quique Sánchez Flores para su Getafe tras la marcha de Bordalás y el fracaso de Míchel.
“Psicología Bordalás”
Pepe Bordalás se podría catalogar como un pintor de la vieja escuela, pero que se hace pasar por moderno con esa melena siempre repeinada y una gafas de pasta con grandes cristales. Un pintor de brocha gorda, de los que te amoldan y te retocan hasta que te conviertes en un actor secundario en su gran obra.
Bordalás implantó en Getafe un estilo de juego y una mentalidad que, si la dominas, llegas hasta donde quieras pero que cuando se alcanza el límite futbolístico cambiar a otra cosa es todavía más complicado.
El fútbol sin balón rodeado de lucha y energía puede hacerte ganar partidos, puede hacer que hagas buenas temporadas, pero no te garantiza los más altos éxitos del fútbol.
Cuando toca cambiar de sistema de juego, tienes que que convencer a unos jugadores que llevan años perfeccionando una idea que ya nos les vale con hacer una presión alta e ir a los duelos encarnizadamente, si no ahora toca comenzar a trabajar teniendo el balón como punto de partida.
Porque, salvo el Real Madrid que tiene un gen difícil de medir con palabras en momentos puntuales, no hay ni un solo equipo grande en Europa que sea pasivo en la presión y que no quiera tener la pelota para amasarla y moldearla a su antojo.
Tarea de Quique Sánchez Flores
Sánchez Flores consiguió que la caída no fuera tan estrepitosa consiguiendo la salvación “in-extremis” en las últimas jornadas de liga, pero el logro más importante ha sido poner los cimientos para hacer del Getafe una máquina bien engrasada otra vez.
Sin deshacer al completo la idea de Bordalás, Sánchez Flores tiene la tarea de sumar al sistema una pizarra más ortodoxa que le permita al equipo poseer de más armas a la hora de resolver partidos y hacer que sus jugadores asuman más responsabilidades de las que tenían antes.
Poco a poco, Quique debe de ir adaptando jugadores que ya tiene en su plantilla al once. Recalco en jugadores que ya tiene en su plantilla, porque son jugadores muy desaprovechados que pueden dar mucho más y pueden llevar al Getafe a un siguiente nivel desde la posesión de balón.
Los hombres del cambio
Es hora de un cambio en Getafe y, aunque dos de estos tres jugadores están cedidos, la idea es la misma: jugadores de talento que compitan y que, sobre todo, sumen.
Sin más tapujos estos nombres son Óscar Rodríguez, Gonzalo Villar y Carles Aleñá. El caso de este último es el más enigmático porque todavía no hemos visto su mejor versión y esa es tarea de Sánchez Flores.
Óscar y Villar son descriptibles en una sola frase, dos peloteros de manual y perfectamente compatibles. Villar, pivote organizador y Óscar como el jugador que marca la diferencia y que te da muchas opciones a balón parado.
Como conclusión podemos decir que el Getafe va por buen camino, pero que tiene mucho trabajo por delante. Un trabajo para seguir avanzando y desprenderse de la idea Bordalás, que tanto éxito dio en Getafe pero que ya no da para que la afición azulona pueda volver a soñar. Un cambio para que el Getafe, un equipo pequeño, siga dando pasos de gigante por Europa.