Hace poco más de 24 horas que el Real Betis dió por finalizada su temporada tras consumarse su derrota ante Estudiantes en el Wizink Center
Tuvo que acabarse en el Wizink Center otra vez, hace escasamente un año Nigel Williams-Goss mandaba al Real Betis de por aquel entonces Luis Casimiro a LEB Oro con un 79-77 que hizo daño a toda una parroquia verdiblanca. Pues un año después en el mismo escenario pero con distinto rival, Estudiantes no Real Madrid, el equipo de ahora Bruno Savignani acaba su temporada pero con unas sensaciones diferentes a la anterior.
Es cierto que si miramos atrás, esperaríamos a un equipo que actualmente estuviese metido en una Final Four habiendo jugado unos playoffs como cabeza de serie o hubiese estado peleando por el ascenso directo. Pero hay que ser claros y con la inversión que quiso hacer primero el Real Betis y luego los escándalos financieros del grupo Xoy, el mantener la categoría era un milagro.
No ha sido un año fácil para el bético aficionado al baloncesto. Ha tenido que lidiar con tramos en los que veía a un mítico del baloncesto español en puestos de descenso a la tercera categoría del baloncesto profesional. Por ello este tramo final de temporada y especialmente esta segunda vuelta es una ilusión a un público que veía cómo estaban matando poco a poco a su pasión.
El efecto Savignani
Parte de este cambio de rumbo no hubiese sido posible sin un capitán de un barco a la deriva como lo ha sido Bruno Savignani. El preparador brasileño aterrizó en Sevilla en noviembre en sustitución de un Javi Carrasco al que cesaron tras una victoria en las siete primeras jornadas. Arribó a la capital andaluza junto a Iñaki Martín un experimentado ayudante que ha ayudado a Bruno a conocer una liga desconocida y a llevar a un equipo sin identidad a unos playoffs dónde han competido hasta el final forzando un quinto partido contra probablemente el mejor equipo individualmente hablando del campeonato.
Ha dotado a un equipo de un carácter luchador, ha conseguido hacer sentir cómodos a un equipo que siempre pelea al filo de la navaja y que pase lo que pase van a morir siendo fieles a su identidad, “ganan todos o pierden todos, pero siempre juntos”. Quizás no haya conseguido un ascenso, pero el reto personal de volver a ver brillar al Palacio de los Deportes de San Pablo se puede decir que lo ha cumplido con creces.
Unos jugadores que nunca dejaron de creer
Otro de los factores claves para volver a ilusionar a toda una ciudad con el baloncesto han sido el grupo de jugadores. No ha tenido que ser fácil hacer una unión tan profunda como han hecho estos chicos después del sinfín de nombres que han pasado esta temporada por el elenco verdiblanco.
Sobre el papel destacaron Joaquín Rodríguez y Eddy Polanco, dos jugadores técnicamente excelsos y humanamente aún más. El uruguayo y el dominicano han sido el faro de luz de este Real Betis y la esperanza de los miles de béticos que han acabado llenado el pabellón. Aún así sería egoísta no resaltar la temporada de todos los “guerreros” que han terminado dejándolo todo por el Betis. En la ocasión que tuve de charlar con Polanco resaltó que el cielo era el límite para soñar tras alcanzar la novena plaza. Pues lo cumplieron con creces esta temporada, se encerraron en la pista aislándose de todo lo que no fuese con meter un balón en un aro y esta es su recompensa. El reconocimiento de todo aquel que le duele el baloncesto en Sevilla y quiere volver a lo más alto.
Por lo que sólo queda esperar que en los despachos le den a estos “guerreros” el crédito que se han merecido y le den un empujón para construir un proyecto en el que si se suma todo el mundo probablemente podamos hablar de ser ACB más pronto que tarde.