La temporada 2016-2017 será siempre recordada como una de las más brillantes en la historia del Real Madrid, en la que se alzaron con el título de LaLiga y de Champions.
Era la primera temporada en la que Zinedine Zidane, mítico exjugador francés de Juventus o Real Madrid, se hacía cargo del club blanco desde verano, ya que llegó en enero de 2016 tras la destitución de Rafa Benítez como técnico merengue. En su primera media temporada logró levantar al equipo de una mala situación (llegaban de ser humillados en su campo por el FC Barcelona por 0-4) y acabó haciéndose con la Champions League 2016. Sin duda un logro con muchísimo mérito, pero lo mejor estaba aún por llegar.
El Real Madrid presentaba una plantilla muy fuerte, caracterizada por estar repleta de estrellas y por contar con el mejor fondo de armario de Europa, al que todos conocían como ‘la unidad B’. El once titular formaba de la siguiente manera: Keylor Navas; Carvajal, Varane, Sergio Ramos, Marcelo; Kroos, Modric, Casemiro; Bale, Benzema, Cristiano Ronaldo. Apenas tenían carencias en ninguna de las líneas y era un equipo temido por cualquiera. Como sustitutos contaban con gente de la talla de Pepe, Isco, James Rodríguez, Morata (recién llegado de la Juve) y su nuevo ‘niño promesa’, Marco Asensio.
Practicaban un juego de contraataque, muy preciso y eficaz, ya que contaban con jugadores para ejecutarlo a la perfección. Partían de la formación 4-3-3, pero que con la entrada de Isco en el once, dadas las repetidas lesiones y la forma física de Gareth Bale, se convertía en un 4-4-2 con rombo en el centro, es decir, un 4-1-2-1-2. La incursión del malagueño llegó a ser clave a lo largo de la campaña, deleitando a todo el que lo viese con la pelota en los pies y marcando goles importantes, como el que clasificó a su equipo para la final de Cardiff de la UEFA Champions League.
En liga arrasaban allá por donde iban. Encadenaron una racha de imbatibilidad que les duró 16 jornadas, hasta perder ante el Sevilla FC en el Ramón Sánchez Pizjuán, un estadio siempre difícil. Sólo los hispalenses, el Valencia CF (también en su casa) y el Barça fueron capaces de batir al Real Madrid en liga, una buenísima estadística. Acabaron el curso con 29 victorias, 6 empates y 3 derrotas, 93 puntos en total.
En la Copa del Rey el equipo tuvo una cara totalmente distinta a la ofrecida en liga: superaron sin problemas a la Cultural Leonesa y al Sevilla, pero en cuartos de final fueron eliminados por el Celta tras perder en el Santiago Bernabéu y empatar en Vigo. Fue un traspié inesperado, pero que para nada desanimó ni desconcentró al equipo de sus principales objetivos.
En la competición europea vino la joya de la corona. En fase de grupos Sporting de Lisboa, Borussia Dortmund y Legia Varsovia fueron sus rivales, y con un balance de 3 victorias y 3 empates (en consecuencia, ninguna derrota) pasaron como segundos de grupo a los cruces de octavos de final. Les tocó el SSC Napoli. No era un equipo a priori preocupante, pero los italianos supieron cómo utilizar sus armas y les hicieron el primer gol en el Bernabéu por medio de Lorenzo Insigne. El Madrid iría levantándose y acabaría remontando por 3-1, con un golazo para los libros de historia de ‘la escoba’ Casemiro. En San Paolo ocurriría exactamente lo mismo: el Napoli apretó como un campeón pero acabaría cayendo como un principiante.
En la siguiente ronda lo esperaba el Bayern München, su eterno rival europeo. Protagonizaron una gran eliminatoria, en la que se adelantaron los bávaros en el Allianz Arena con un cabezazo de Arturo Vidal, pero acabarían siendo remontados. La vuelta jugada en Chamartín fue apasionante. 4-2, con prórroga incluida, 3 goles de ‘Mr. Champions’, Cristiano Ronaldo (aunque con polémica), y el Real Madrid estaba en ‘semis’. Duelo de la capital española: Real Madrid contra Atlético de Madrid. La ida fue una escabechina, y con 3-0 el club blanco tenía todas las papeletas para plantarse en Gales, aunque el Atleti no es de esos equipos que se achantan. Salió apretando muchísimo y en los primeros 20 minutos de partido ya se colocaron con 2-0. Pero entonces tuvo que aparecer ‘MagIsco’ para salvar los muebles a los suyos, y con una exhibición en el Calderón le dio la tranquilidad necesaria a sus compañeros. Fue el único partido que perdieron.
En Cardiff se las tuvieron que ver con la Juventus, que aquel año tendría una actuación destacada en Champions eliminando a equipos como el Mónaco del revelador Mbappé y la estrella Radamel Falcao, y al FC Barcelona de Luis Enrique. La final estaría igualadísima en los primeros compases, con goles de Ronaldo y Mandzukic (un auténtico ‘chicharro’ de chilena por parte del croata). Aunque ya en la segunda mitad se notaría el dominio físico de los madridistas, y con un zapatazo de Casemiro se desataría el vendaval. Terminó con un 4-1 que llevó la duodécima orejona a la Plaza de Cibeles.
Fue un grupo que destacaba por la calidad que presentaba línea por línea, con Keylor como salvador, Ramos como el hombre de los cabezazos tardíos, Carvajal ‘el espartano’, Marcelo haciendo creer que Roberto Carlos había vuelto de su retiro, los tres del centro formando una medular de ensueño y Cristiano caminando hasta su 5º Balón de Oro. Y todos ellos dirigidos por Zidane, el hombre de las tres Champions League consecutivas en 2 años y medio a cargo del primer equipo, un hombre que desprendía felicidad.