Después de eliminar al Granada en las semifinales de la Copa -a doble partido- los rojiblancos se jugarán el trofeo con la Real.
El jugador y aficionado bilbaíno está ansioso por esta Copa. Porque esta competición es especial, siempre lo es, pero este año aún más. La Federación ha hecho que la ilusión vuelva a los barrios más pequeños, donde antes la Copa se resumía en la primera ronda. Pero este año los enfrentamientos son a un único partido, lo que beneficia a los conjuntos más débiles sobre el papel.
Gracias a este nuevo formato se han vivido momentos mágicos y únicos a lo largo de la competición, y de esto sabe mucho la familia rojiblanca. Desde el primer partido contra el Intercity -club de fútbol de San Juan de Alicante que juega en la tercera división española- el equipo puso toda la ilusión, conscientes de que esta Copa era diferente. Tras los encuentros contra Intercity y Sestao River, el Athletic se topó con el Elche en dieciseisavos.
Los vascos tuvieron que llegar hasta los penaltis, poniendo a prueba los corazones rojiblancos, donde el acierto de Iago Herrerín fue clave para que su equipo pasara a octavos. En la siguiente ronda les esperaría el Tenerife, un encuentro -para variar- no apto para cardíacos. En ese partido el equipo tampoco pudo sentenciar en los 90 minutos, y los penaltis volvieron a aparecer para hacer temblar a todo Bilbao. Afortunadamente, ‘los leones’ escalaron hasta cuartos para luchar con el Barça de Setién.
La Copa volvía a La Catedral y los vizcaínos volvían a jugar en casa su primer partido de la competición. Se esperaba un encuentro por todo lo alto, y para ello era fundamental el jugador número 12, la afición. Les esperaba el Barça, envuelto en una crisis entre Messi y Abidal. Algo que no se vio reflejado en el campo, dado que los azulgranas jugaron mejor que los locales.
Pero en esto del fútbol, el juego importa poco y los goles demasiado. La afición de San Mamés empujó como tenía que hacerlo y eso permitió que Williams rematara en el primer palo en el descuento para clasificarse a seminifinales. Una noche mágica, con las bufandas al viento como en los viejos tiempos.
Después de derrotar a todo un Barça, el sueño copero estaba cada vez más cerca. Solo quedaba el Granada como último obstáculo para la gran final. En este nuevo formato la semifinal se mantenía como siempre, a doble partido. La ida se jugó en el feudo rojiblanco, con el resultado final de uno a cero, un marcador insuficiente viendo cómo transcurrió el enfrentamiento y lo que iba a sufrir el equipo en Los Cármenes.
Y llegó el gran día. Bilbao, Bizkaia y todos los aficionados alejados en lo geográfico se paralizaron para presenciar la vuelta de las semifinales de la Copa. No fue fácil, el Granada apretó y logró el dos a cero a falta de diez minutos para el final. Tal y como estaba el marcador los andaluces se clasificaban. Pero de repente apareció él, Yuri Berchiche Izeta, el jugador querido por todo athleticzale, en una galopada por la banda definió a la perfección para lograr el billete a la final.
El recorrido que ha hecho el Athletic hasta llegar a la final contra la Real Sociedad, sin precedentes en la historia, ha estado lleno de fe y corazón, características propias de ‘los leones’. Los hombres de Garitano están ahora a un paso de hacer historia. 90 minutos les separan del trofeo de Copa, que puede volver a Bilbao tras 36 años de larga espera.
Es el momento para dejar marca en la etapa moderna del club, para darle una alegría a una afición que alienta a su equipo allá a donde va. Es el momento para dejar atrás tiempos pasados, fantasmas coperas. Parece ser que este año es el año, sin el rival de siempre en las finales, el Barcelona.