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Álvaro Rubio, el capitán pucelano

Hoy hablaremos de Álvaro Rubio, centrocampista y capitán del Rea Valladolid durante 10 temporadas

Álvaro Rubio comenzó su carrera en el Real Zaragoza, donde completó su etapa de formación y con quien se convirtió en futbolista profesional. En el año 2000, ante la falta de oportunidades en el club maño, el centrocampista natural de Logroño salia rumbo al Albacete. Con los manchegos se consiguió ganar un puesto. Con sus buenas actuaciones, el club albacetense conseguía ascender a primera división. El proyecto no conseguiría asentarse en primera división, y después de una temporada en segunda, Álvaro ponia rumbo a Valladolid.

Álvaro Rubio llegaba al Real Valladolid en la temporada 2006/07, con 27 años y una gran experiencia en la categoría de plata. Con los vallisoletanos consiguió el ascenso y el título de la Segunda División. Llegó una primera etapa en primera división, que duró tan solo 3 temporadas. El logroñés se convirtió en un fijo en el once, siendo el centrocampista de base de la jugada. Después del descenso y de pasar dos temporadas en segunda, consiguieron de nuevo el ascenso a la categoría reina.

El pivote seguiría siendo una pieza clave en el equipo pucelano, que descenderían de nuevo después de tan solo dos temporadas en primera. El futbolista se quedaría con el club castellano, aunque no conseguiría devolverlo a la primer división. Con 36 años, decidió salir del club para jugar una última temporada en la liga India de la mano del Bengaluru FC. Después de su aventura, volvería para integrarse en la cantera pucelana.

Con el Real Valladolid fueron 310 partidos, en los que consiguió 8 tantos. “El Jilguero” como le llamaban sus compañeros por su elegancia, se convirtió en una auténtica leyenda del club castellano. Dejó una profunda huella en la afición vallisoletana por su carácter y su entrega. El futbolista se destacó por ser un organizador de juego, elegante y con clase; siendo su humildad lo que de verdad marcó a una generación entera. Inteligente en la salida de balón, solidario y con un excelente conocimiento táctico, se convirtió en la pieza clave para la construcción de juego del Valladolid.

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