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La Copa del Rey del respeto… Y los canteranos

Jugadores de la casa harían al Sevilla FC pentacampeón cuando lo tenía todo en contra

En la temporada 09/10, el Sevilla con Manolo Jiménez a los mandos primero, y a partir de marzo con Antonio Álvarez, confirmaría un título que ya había ganado 4 veces antes, pero que nunca había sabido tan bien como esa vez por diversos motivos deportivos. Podrían ser ciertos, sí, pero los de Nervión sacaron a pasear el lema aquella Copa del Rey, el que tan bien los definen, el “Dicen que nunca se rinden”.

El Sevilla estaba firmando una Copa apretada, pero sólida. Después de eliminar al Atlético Ciudad en primera ronda por 9-3 en el global, se vio las caras con todo un FC Barcelona en octavos. Un Barça que estaba arrasando en liga con la filosofía de Pep Guardiola.

En el partido de ida en el Camp Nou vencieron los andaluces por 1-2 con goles de Diego Capel y Álvaro Negredo, Ibrahimovic lo haría para los catalanes. Y en la vuelta en el Ramón Sánchez Pizjuán, el conjunto culé se llevaría el partido por un 0-1, pero no la eliminatoria. El equipo por ese momento de Manolo Jiménez se llevaría el pase a cuartos de final en dos partidos muy disputados.

Jose María del Nido, presidente del Sevilla por esa época, sorprendió yendo con un sombrero negro a todos los partidos de su equipo desde esa eliminatoria con el Barça, afirmando que lo acompañaría a la final. Razón no le faltaría, porque en octavos el Sevilla vencería por un total de 3-1 al Deportivo de la Coruña después de dejar los deberes hechos en el partido de ida en Riazor goleando por 0-3.

El Sevilla iba superando rondas y el sombrero seguía funcionando. En semifinales eliminó al Getafe por 2-1 el global y la afición sevillista tendría la oportunidad un año después de ver a su equipo en otra final. Al frente, un Atlético de Madrid que venía de eliminar al Racing de Santander en semifinales y de ganar la Europa League contra el Fulham.

En España solo se hablaba de doblete, de otra copa para el Atleti, infravalorando a un Sevilla que no entraba en polémicas. Los jugadores no hacían caso a periódicos que no le daban como favoritos. Cuando llegó el día del partido, jugadores, directivos y afición pidieron respeto y hablaron en el campo.

Un Sevilla lleno de canteranos en la plantilla. Javi Varas, Juan Cala, Antonio Luna, Jesús Navas, Lolo, Jose Carlos, Luis Alberto, Diego Perotti, Diego Capel y Rodri, se plantaron en el Camp Nou. Con el aliento de los 30.000 sevillistas desplazados se trajeron la copa al sur después de endosarle un 0-2 al Atlético.

Casualmente los dos goles fueron de dos canteranos, Jesús Navas y Diego Capel. El capitán Andrés Palop levantó la copa tan alto que el mismo Antonio Puerta, al que le dedicaron el título, pudo tocarla.

El Sevilla demostró ese día que no se le puede dar por perdido a pesar de las adversidades. Dio una lección a todo aquel que no creía y no le respetaba. Esa Copa era la quinta y por lo tanto, está en las vitrinas del Pizjuán en forma original.

Antonio Álvarez había cogido al equipo en un momento complicado y a base de trabajo llevó al equipo a lo más alto otra vez. Los sevillistas recuerdan con mucho cariño este título. 10 años después sigue presente por la peculiaridad del sombrero, los canteranos y el menosprecio que recibió.

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