Los equipos alemanes son una bomba de humo en competiciones europeas desde hace ya varios años, no progresan cuando cruzan sus fronteras
Los últimos 40 años han representado la cruz para la moneda germana. Los clubes de Alemania nunca han sido máximos campeones de la Copa de Europa, aunque sí han sido escollos difíciles de superar a lo largo de las eliminatorias. Se han convertido en bestias negras de grandes como el Real Madrid, pero a la hora del paso final siempre se han quedado cortos.
Entre los tres campeones diferentes del país teutón (Bayern de Múnich, Borussia Dortmund y Hamburgo) suman 7 Copas de Europa. Es un número pobre teniendo en cuenta la potentísima capacidad de creación de talento que ha tenido siempre Alemania. Además de la máxima potencia bávara solo dos equipos han sido capaces de dar la campanada. Por tanto, nos surge duda: ¿por qué los equipos alemanes no son capaces de competir de tú a tú a lo largo de la competición europea?
Han sido campeones en 7 ocasiones en los 65 años de historia del torneo. Con una diferencia abismal si comparamos su éxito con el de otros países europeos -España, Italia e Inglaterra tienen al menos 5 campeonatos más en su haber juntando a todos sus campeones-, los alemanes pierden su luz a medida que avanzan las rondas. El único equipo germano que parece tener el potencial suficiente para competir en serio por el título es el Bayern de Múnich, a pesar de que ha perdido algo de poderío en los últimos años.
La Bundesliga tiene mucha culpa
La explicación a estas decepciones -anuales por costumbre- proceden, más que probablemente, de la propia Bundesliga. Al igual que otras competiciones nacionales ‘top’ del viejo continente, la de Alemania no es una liga demasiado abierta. El monopolio del Bayern ha provocado un pinchazo en la progresión de varios clubes históricos como el Dortmund o el Mönchengladbach.
Este frenazo al éxito de los equipos de segunda línea ha traído consigo un efecto dominó que se ha visto afectado al viajar por el continente. Es la explicación más lógica para una situación de esterilidad en Europa 7 años después de la última conquista -que a su vez se demoró 11 años desde la anterior-.
Acostumbrado a proclamarse campeón de su liga nacional jornadas antes del final -cada año antes- el gigante de Múnich ha perdido su gen competitivo y voraz que años antes lo caracterizaba y aupó a lo más alto.
El símil perfecto, compañero de penurias
Un caso comparable al de los alemanes sería el del siempre favorito a ganar y finalmente estrellado PSG. En una liga menos competitiva si cabe como es la Ligue 1, el Paris Saint-Germain estableció su reinado con la llegada de Nasser Al-Khelaifi. Desde entonces solo un sorprendente AS Mónaco, con Mbappé a la cabeza, le arrebató la corona en 2017.
Su semejanza con los parisinos en los traspiés europeos es para el Bayern el mayor fracaso de su historia, así como para un país que ha perdido su filosofía de “atacar hasta ganar”. Atacar atacan, pero la segunda parte del lema se quedó por el camino, junto con el Bayern tricampeón de los 70. Año tras año Alemania demuestra que su poderío va quedándose cada vez más atrás, en favor del imperio español y del creciente estado de forma de los clubes británicos. Ahora el atractivo alemán se limita a averiguar qué clubes acompañarán al Bayern la temporada siguiente en Champions League, una lucha bonita pero insuficiente para el siempre exigente aficionado germano.