La final se decidió desde los once metros, a favor del Liverpool, que acabó ganando al Chelsea en un partido marcado por la igualdad.
Los de Jürgen Klopp levantaron el trofeo tras vencer en la tanda de penaltis, con Adrián cómo héroe de los «reds».
El Liverpool pudo anotar más goles pero, sin embargo, se encontraban una y otra vez con un Kepa Arrizabalaga que estuvo inmenso durante todo el encuentro.
Pasaban los minutos y el Liverpool seguía dominando hasta que, en el minuto 82′, Mount anotó un gol que posteriormente fue anulado por posición antirreglamentaria.
Con esto, la árbitro del partido, que hacía historia siendo la primera mujer en pitar en una final europea, señalaba el final de los 90′ reglamentarios y, por tanto, se jugarían 30′ de prórroga.
Estos 30 minutos de añadido serían de escándalo, pues Sadio Mané pondría el 2-1 en el electrónico, completando así el doblete en su cuenta particular.
Cuando los capitaneados por Henderson se las prometían muy felices, quizás demasiado, Jorginho se encargó de frenar esa euforia transformando el penalti señalado hace un minuto escaso.
Al final, se empezó a notar el cansancio en las piernas de los jugadores y, con los tirones de Fabinho, se llegaría a la tanda de penaltis.
Tras 8 penaltis lanzados a la perfección, parecía que los penaltis no acabarían nunca.
El quinto penalti por parte del Liverpool lo anotó Mohamed Salah y, por ello, toda la presión recaería sobre Tammy Abraham.
El joven de 21 años lanzaría al medio la pena máxima y, cuando parecía que el esférico iba a acabar en el fondo de la red, Adrián, que se había lanzado a su izquierda, sacaría un pie mágico que daría el trofeo al Liverpool.
Cabe destacar a este portero, que estaba entrenando con un equipo de Primera División Regional, firmaba por el Liverpool y pocos días después se convertía en el héroe del ya Supercampeón de Europa, parando el quinto penalti, que sería el decisivo.