Hace ya tres años de esa eliminación del Celta en la semifinales de la Europa League. A partir de entonces, al conjunto vigués le está costando ser ese equipo dirigido por Eduardo Berizzo.
Era el 2017, cuando el Celta estuvo a un gol de ser finalista de la Europa League. En esa temporada el equipo dirigido por Eduardo Berizzo se ganó el conocimiento y respeto de Europa, ya que los gallegos llegaron con el cartel de equipo pequeño y salieron con el cartel de equipo grande.
Estas últimas tres temporadas no han sido lo mejor para el Celta. En la temporada 17/18, después de la eliminación europea, la marcha de Berizzo y la llegada de Unzué sólo consiguió dar la decimotercera posición a la afición y al club.
Con Unzué cuestionado, el Celta no tuvo más remedio que echarlo para darle la oportunidad a Antonio Mohamed, ex jugador argentino inexperimentado, ya que sólo habia entrenado a equipos sudamericanos. La jugada al Celta le salió mal y Antonio Mohamed fue destituido por los malos resultados que estaba dando. La llegada de Fran Escribá dió un plus de calidad y ganas al equipo para poder salvar al Celta en la última jornada gracias a un empate frente al Rayo.
Con la buena actuación de Fran Escribá salvando al equipo del descenso, el Celta ha confiado este año otra vez en él y han montado un proyecto prometedor, pero que no está dando frutos.
Con los fichajes de Denis Suárez, Santi Mina, Rafinha y Joseph Aidoo parecía que el Celta haría una temporada muy competitiva, pero el inicio esta contrastando todos los objetivos.
Las derrotas contra Granada y Eibar han dado mucho que hablar. Junto a esas dos derrotas también añadimos una única victoria en casa frente al Valencia. Por parte positiva se tiene que destacar esos empates en estadios complicados como son el Sánchez Pizjuán o el Wanda Metropolitano.
Todavía no se habla de ultimatums, pero una derrota en casa frente al Athletic dejaría a Escribá en la cuerda floja.