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Fútbol Histórico: Robin Friday, el crack al que no viste jugar

Robin Friday es una de esas figuras del fútbol inglés que se convirtió en un mito por su extravagante forma de vida. Para los más entendidos el de Robin fue uno de los mayores talentos desperdiciado, tanto por su calidad en el terreno de juego como por su excentricidad fuera de él. Una vida llena de goles y regates entre alcohol y drogas.

Sus inicios.

Robin Friday nace un 27 de julio de 1952 en el barrio londinense de Acton. Desde pequeño demostró unas increíbles habilidades físicas, destacando en cada deporte que practicaba. Con 13 años, su padre decide apuntarle a las pruebas del Chelsea, las cuales superaría sin ningún problema. En el conjunto blue duraría poco, y es que fue expulsado por su carácter inadecuado.

Con apenas 14 años, no solo estaría fuera del Chelsea, si no también del colegio, comenzando a coquetear rápidamente con las drogas (concretamente speed). Comienza a cometer robos a la edad de 15 años, hecho que le llevaría a pasar 14 meses entre rejas. Dentro de prisión brilló en los campeonatos de fútbol, siendo elegido en el once ideal del torneo. De ahí surgiría el interés de algunos equipos de la ciudad en el joven, siendo el Reading el equipo que lo invitó a entrenar con el equipo juvenil.Después de una adolescencia complicada, el joven talento en vez de enfocarse en el fútbol decidió perderse nuevamente. Con 17 años dejó embarazada a su novia, Maxime, se iría a vivir con ella y se casarían en una boda a la que no acudió ningún familiar.

Con el Walthamston Avenue, equipo de barrio, comenzaría su carrera como senior. Debutaría con gol, pero sería expulsado del equipo poco después por varias peleas. En 1971, el Hayes apuesta por el joven. Saben que a pesar de su carácter, su calidad, sacrificio y capacidad de trabajo, son de un gran nivel, aún así el joven continuaría con su problemática vida. Tanto es así, que en un partido se le perdió de vista en el vestuario y el equipo arrancó el partido con 10 jugadores. Fue encontrado en el bar de enfrente al campo; y arrancaría el partido con diez minutos de retraso en comparación al resto de jugadores. Jugaría aquel partido, y además, anotaría el único gol.

Aquella temporada, el Hayes consiguió avanzar las suficientes rondas de copa hasta llegar a enfrentarse al Reading. Pese a la derrota de Friday y sus compañeros, Charlie Hurley, entrenador rival, quedó prendado de su talento. De nuevo el tren del Reading llamaría a su puerta, y esta vez Robin decidió tomarlo, 750 libras esterlinas marcaron el traspaso del talentoso jugador.

Una segunda oportunidad.

Al poco tiempo de incorporarse al equipo comienzan de nuevo los incidentes, varios jugadores acaban los entrenamientos en la enfermería por la dureza de Robin. Friday es enviado al segundo equipo a modo de sanción. Con el Reading tambaleándose como colista de la cuarta división, el entrenador le otorga la confianza al joven. En su debut brilla con luz propia, en su segundo partido partido anota el gol de la victoria; un inicio más que alentador. Y es que Friday se convierte rápidamente en un ídolo para la grada, sus regates y sus goles hacían que cada vez más gente acudiese al estadio. Tiraba caños, se levantaba después de una patada para volver a regatear a un rival, insultaba y picaba a los rivales.

Su fama crece exponencialmente dentro del terreno de juego y en la noche de la ciudad. Robin Friday es expulsado de varios pubs por varias peleas y por bailar desnudo. Su participación en estado etílico en los partidos, le hace alternar expulsiones ridículas con grandes partidos y goles. Aún así no despierta el interés de primera división. Pero Robin no sueña con ser una estrella del fútbol, él solo piensa en la siguiente fiesta, la próxima cerveza, y la siguiente raya.

 Su tercer año con el Reading sería el de su explosión, ascenso y trofeo de mejor jugador de la categoría, después de anotar 20 goles. Sus goles eran tan espectaculares, que hasta el árbitro mundialista Clive Thomas quedó impresionado después de su gol de chilena desde fuera del área frente al Tranmere. De aquel día surgió esta conversación: “es el gol más bello que he visto en mi vida.” le expresó el colegiado. “¿En serio?… creo que deberías de venir más a menudo a verme a jugar” respondió el delantero.

Recuerdos de una noche de verano.

Después de su mejor temporada, Robin Friday se supera una vez más. Decide marcharse a vivir a una comuna hippie, donde el sexo, las drogas y el alcohol se convierten en su día a día. Se separa de Maxime para contraer matrimonio con una joven estudiante llamada Liza. En la boda acabaron todos fumando marihuana y dejando un sinfín de imágenes grotescas. Después de sus peculiares vacaciones, regresa al equipo en unas condiciones deleznables que sumado a la negativa de sus compañeros, acaba con él fuera del equipo

El Cardiff, de segunda división, acomete su fichaje. Al llegar a la estación de tren de Cardiff es detenido: viajó sin billete. Robin continua brillando en el verde, en su debut ante el Fulham consigue un doblete. Para los londinenses jugaba el ex-capitán de la selección que gano la copa del mundo en 1966, Bobby Moore. El de Acton aprovechó y le dió de forma intencionada un taconazo en los testículos.  El delantero expresó “vale, tú eres una leyenda y campeón del mundo, pero yo soy Robin Friday y no me importas un carajo”.

En un encuentro frente al Luton, chocó con el portero y le tendió la mano al guardameta, que se la rechazó pensando que fue intencionado. Juato en la siguiente jugada encaró al portero, lo regateó y anotó un gol. La dedicatoria iría directa para el portero, dos dedos en forma de “V” con la palma hacia dentro, es decir, “fuck off”, y dos partidos de sanción.

Su buen rendimiento le hace continuar una temporada más, pero su consumo de alcohol y estupefacientes no hace más que aumentar. La gota que colmó el vaso vino en un partido frente al Brighton. El central Mark Lawrenson decidió atarle en corto y coserle a patadas durante todo el partido. Tras una de ellas, Friday se revolvió y le asestó una patada en la cara. El colegiado del partido lo expulsa y en vez de irse a su vestuario, entra en el del Brighton, encuentra la mochila de Lawrenson y defeca en su interior. Este fue su final en el Cardiff y su último partido como profesional. Con tan sólo 25 años y en una espiral constante de adicciones, Friday opto por la retirada.

Crónica de una muerte anunciada.

Tras su retirada regresa a su Londres natal y trabaja como asfaltador. Dos años después y tras una recogida de firmas de los aficionados, el Reading le ofrece regresar al fútbol. Friday rechaza la opción cuando le proponen abandonar sus adicciones. Su vida continuaría igual de alocada y después de divorciarse de Liza y volver a contraer matrimonio con otra mujer, volvió a divorciarse por tercera vez. En 1980 fue detenido por fingir ser un policía y robarle las drogas a sus incautas víctimas.

La droga terminó por aislarle y consumirle por completo. Falleció finalmente el 22 de diciembre de 1990. Lo hizo como todos esperaban, solo y por una sobredosis de heroína. Una vida marcada por  la precocidad y una debacle de adicciones.

La afición del Reading le otorgó el premio a “mejor futbolista del milenio”, a pesar de tan sólo jugar tres temporadas en el conjunto rayado. David Cole le añadió en su lista de los “50 mejores futbolistas de la historia”.

Robin Friday nunca jugó en primera división, posiblemente porque no le dio la gana.

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