Anoeta espera ilusionada. Una Real Sociedad que puede volver a una final de Copa del Rey 33 años después, se dice pronto.
Todo fueron risas, abrazos, alegrías, gritos cuando hace apenas una semana la Real salía victoriosa del Santiago Bernabéu. Una explosión de dopamina que invadió los cuerpos de todos los realzales. Y sinceramente creo que hasta la mañana siguiente no fueron conscientes de la situación. ¿Unas semifinales? ¿A dos pasos de ir a Sevilla? Tras el sorteo la cosa cambió. Ya se veían aumentadas las posibilidades de que el conjunto txuriurdin vuelva a una final después de tres décadas en blanco.
El encuentro de mañana puede ser el partido más importante de la vida de muchos aficionados de la Real Sociedad, el de los más jóvenes concretamente. Tener la oportunidad de vivir una final, y quién sabe si un derbi, no ocurre todos los años. Es por eso que Donostia se ha volcado con la causa, y está dispuesta a dar todo por esta Real. Se espera un gran recibimiento en la previa del partido, y un ambiente inigualable en el nuevo Reale Arena.
Los pupilos de Imanol Alguacil son conscientes del nivel de exigencia de la eliminatoria. Un Mirandés que viajará con la artillería pesada y que ya viene de eliminar a Celta, Sevilla y Villarreal entre otros. El «matagigantes». Pero es bien sabido que Ødegaard, Isak y compañía no bajarán el listón. Puede resultar una eliminatoria jugosa para el aficionado neutral ya que ambos equipos pueden llegar a desarrollar un fútbol muy vistoso, por lo que se ha visto hasta el momento.
Sin embargo, tanto los locales como los visitantes saben que con jugar bien no basta. Y tanto que no. Estar a un pie y medio de llegar a la gran final, lo que supone también entrar en la lucha por la Supercopa…exige, y mucho. No obstante, el Mirandés no estará sólo en Anoeta, sino que viajarán más de 800 aficionados. Tampoco cabe duda de que los txuriurdin contarán con el aliento de la afición y el empuje de la Aitor Zabaleta Harmaila, en una eliminatoria que no defraudará.