Hoy, 25 de mayo, se cumple un año de uno de los títulos más importantes de la historia del Valencia CF, la Copa del Rey en el año del Centenario
25 de mayo de 2019, la ciudad del Turia se preparaba para una de las noches más importantes en la historia del club. Después de 11 años sin tocar metal, el Valencia de Marcelino García Toral conseguía romper el monopolio de un FC Barcelona que llevaba ganando la Copa del Rey año tras año durante 5 temporadas consecutivas.
La primera ronda que tuvieron que superar los hombres del técnico asturiano fue contra el CD Ebro, un rival humilde pero que les puso muchas dificultades al Valencia para pasar de ronda. Gracias a los goles de Santi Mina el Valencia consiguió pasar de fase.
En los octavos de final los dos equipos con los estadios más antiguos de España se enfrentaban. El Valencia tenía enfrente a un Sporting de Gijón que consiguió ganar el partido de ida pero en la vuelta volvió a aparecer un gran Santi Mina junto a Ferran Torres para darle el pase a cuartos a un Valencia con problemas de gol.
En el partido de ida en el Coliseum Alfonso Pérez, el Valencia siguió el guion de las anteriores fases, haciendo un partido muy discreto. El Getafe se impuso gracias a un golazo de Jorge Molina. A pesar de la dificultad de la remontada, el Valencia y sus aficionados creyeron en la remontada. Durante toda la semana se iba creando un clima esperanzador reflejado en el recibimiento al equipo, el cual fue absolutamente espectacular.
Llegó el partido y el mazazo no tardo en aparecer. Un gol de Jorge Molina tras un error de Jaume Doménech supuso un golpe muy duro para el equipo y para la afición, el Valencia tenía que meter 3 goles para poder estar en las semifinales de la Copa del Rey. Los jugadores nunca dejaron de creer, pese a que el colegiado anuló un gol a Santi Mina por fuera de juego
La expulsión de Djene y el primer gol de Rodrigo a pase de Cheryshev dieron alas al Valencia, Mestalla empujaba y empujaba y entonces un pase delicioso de Kang In Lee aterrizó en la cabeza de Santi Mina para que este la dejara a placer para que Rodrigo Moreno marcara el segundo gol del Valencia. Ya corría el minuto 92 pero Mestalla sabía que la remontada ya estaba ahí, un gol les servía para pasar de ronda. El partido estaba absolutamente roto, y del posible gol de la sentencia del Getafe se pasó al gol de la magia y de la euforia del Valencia. Tras una buena jugada de Jorge Molina, su disparo “tocó en Hugo Duro” lo que impulsó una contra de esas que el Valencia de Marcelino se sabía de memoria. El pase de Gameiro con el posterior gol de Rodrigo desató la locura en el templo valencianista.
El Benito Villamarín esperaba a un Valencia con los ánimos por las nubes. La remontada al Getafe supuso un punto de inflexión en una temporada que estaba siendo muy difícil. Y como no, el Valencia empezaba el partido de ida con mal pie. Un Jaume desconcentrado y los goles de Loren y Joaquín (gol olímpico), hacían que, otra vez, se le pusiera cuesta arriba la eliminatoria al Valencia. Pero esta vez no hubo que esperar al partido de vuelta para ver al Valencia remontar. Gameiro, Cheryshev y Rodrigo se encargaron de dar la vuelta al marcador con dos grandes internadas desde la banda izquierda, la eliminatoria se les ponía de cara con un 2 a 2 que debían defender en Mestalla.
Antes de que empezara el partido de vuelta el Valencia ya sabía que estaba en la final. Un espectacular recibimiento dio aliento a un equipo que disputó un partido muy completo. Rodrigo Moreno ponía el gol de la sentencia gracias a un contraataque de libro.
Al acabar el partido todo el equipo cantaba junto a la afición el himno de la Comunitat Valencia en el balcón de Mestalla, un momento inolvidable. 11 años después el Valencia volvía a una final, y encima en el año en el que el club cumplía 100 años de historia.
La ilusión reinaba en Valencia. Conforme iban pasando los días el Valencia se veía con más posibilidades de salir como campeón del Benito Villamarín. El día 24 de mayo todos los aficionados valencianistas recorrían un viaje hacia una ciudad, Sevilla. La capital andaluza era blanquinegra, los aficionados ches conquistaron las calles de la ciudad a la espera de la gran final.
Ya con el balón en juego, Paulista lanzaba un magnífico pase en largo hacia Gayà, el cual enviaba un pase a un Gameiro que tras regatear a Piqué anotaba el primer gol de la final. El Villamarín temblaba, los aficionados culés veían peligrar su reinado y los valencianistas no paraban de morderse las uñas y de animar a su equipo. Fue entonces cuando Carlos Soler se contagió del clima creado en el estadio. El canterano valencianista empezó a correr y correr, Jordi Alba no le podía coger, y fue entonces cuando Soler envió un centro a la cabeza de Rodrigo que marcaba a placer. Un gol que daba mucha tranquilidad a todo el valencianismo, pero el partido no se había acabado.
Quedaban los 45 minutos más complicados de la temporada. Defender un 2 a 0 frente al Barça de Messi no era tarea fácil. La lesión del capitán, Dani Parejo, y el gol de Messi hicieron que el miedo se adentrara en el corazón de todos los valencianistas. Pero Coquelin dijo no, dijo que esta Copa se la tenía que llevar el Valencia. El francés fue la pesadilla del astro argentino durante todo el partido.
Y entonces llegó el pitido final, todo el equipo saltó al campo gritando de euforia. El Valencia había ganado la Copa del Rey once años después, y en el año del centenario. Un sueño hecho realidad. Un recuerdo que quedará siempre en la memoria de los valencianistas.
