La última Champions conseguida por el Real Madrid fue el colofón final a una de las etapas más gloriosas de su historia
Tal día como hoy, 26 de mayo, el Real Madrid escribía su nombre en la historia del fútbol. En Kiev, los de Zidane derrotaron al Liverpool de Jürgen Klopp para levantar su tercera Champions consecutiva. Un hito que ningún equipo había conseguido en este formato de la máximo competición europea.
Sin duda, aquella noche de 2018 quedaría grabada en el recuerdo todos los aficionados madridistas. Aquella noche de Kiev cambió la historia de uno de los mejores clubes de la historia de este deporte. Y es que ese partido solo fue el fin de una temporada trascendental en el devenir futuro del Real Madrid.
Fin de una época histórica
Si por algo será recordada aquella noche de Kiev, será por ser la última gran cita de un equipo de ensueño. Zidane dirigía el último gran partido de su primera etapa como primer entrenador del Real Madrid. El culmen de un proyecto que empezaría a resquebrajarse en cuestión de horas.
El principio del fin llegó inmediatamente después del encuentro. Cristiano Ronaldo evidenciaba su descontento con el club ante los micrófonos de Bein Sports. En plena celebración del título el portugués se despedía del Real Madrid. “Fue muy bonito estar en el Madrid. En los próximos días, daré una respuesta a los aficionados, que ellos siempre están conmigo. He disfrutado este momento” decía al mismo tiempo que empezaban a sonar las alarmas en Chamartín.
“Fue muy bonito estar en el Madrid. En los próximos días, daré una respuesta a los aficionados, que ellos siempre están conmigo. He disfrutado este momento”
Cristiano Ronaldo
Desde entonces se ha especulado mucho con las razones de su descontento. Hay quien dice que era una cuestión economico-jerárquica. El portugués se consideraba el mejor jugador del mundo y consideraba que debía ser el mejor pagado. Sin embargo, sus ambiciones eran incompatibles con la escalera salarial establecida en el Real Madrid y pudieron ser el principal punto de la ruptura.
Otra versión sería la pérdida del cariño del club. Algunas voces apuntan a que el portugués no se había visto respaldado por la entidad en un contexto en el que los escándalos extradeportivos le persiguieron. Concretamente uno: los problemas fiscales. La hacienda española le reclamaba cerca de 10 millones de euros por haber eludido el pago de impuestos gracias a entramados empresariales en el extranjero. Esto desencadenó una lucha fiscal de la que el club quiso desmarcarse, lo que no sentó bien al futbolista.
Sea por lo que fuere, el delantero puso rumbo a Turín a cambio de 100 millones de euros, abriendo una brecha goleadora que nadie ha conseguido cerrar todavía.
Otras reivindicaciones
Pese a todo, el portugués no fue el único que salió de Kiev molesto. También Gareth Bale y Mateo Kovacic, ambos por la misma razón: estatus.
El croata se había hartado de su rol suplente. El mediocentro del Real Madrid se dejó seducir por los cantos de sirena llegados desde Europa. Harto de su rol secundario puso rumbo al Chelsea, donde consiguió la Europa League en la temporada siguiente.
El galés, por otro lado, había ido perdiendo peso en el equipo hasta acabar en el banquillo por segunda final europea consecutiva. La BBC había dejado de ser inamovible para Zidane. Las actuaciones de un Isco en estado de gloria le habían convencido y relegado al galés al banco. Por ello, el extremo de Cardiff también puso en duda su continuidad en el equipo campeón de Europa por aquel entonces.
No obstante, al contrario que con Kovacic y Cristiano, el club cedió ante Bale. Tras la marcha del portugués el Real Madrid le concedió el rol de estrella al ex del Tottenham. Un papel que le ha superado, lo que ha marcado el porvenir del equipo desde entonces.
La despedida de un líder
Para más inri, Cristiano no fue el único pilar fundamental que perdió el Madrid ese año. El siguiente en saltar del barco fue Zinedine Zidane.
El francés se veía impotente mientras todo lo que había construido se caía ante sus ojos. Se sentía apartado de la toma decisiones en la parcela deportiva. Sentía que su voz no tenía el peso que se había ganado con sus éxitos y por ello decidió irse.
Lo que vino después ya lo sabe todo el mundo. Primero Lopetegui y luego Solari. Ningún entrenador pudo reconducir un banquillo a la deriva y tremendamente problemático. Un timón que nadie quiso coger: ni Allegri, ni Conte, ni Pochettino… El Real Madrid era una bomba de relojería que solo Zidane se atrevió a desactivar
Una nueva rivalidad
La final de Kiev no fue polémica solo por lo acaecido después del pitido final. Durante el encuentro también hubo acciones que darían que hablar. La más llamativa sin duda fue la entrada de Sergio Ramos, que lesionó a la estrella del equipo rival: Mohamed Salah.
El egipcio llegaba a Ucrania en estado de gracia. Sin duda estaba en la mejor temporada de su carrera y quería coronarla con la orejona.
No obstante, una entrada del capitán del Madrid solo comenzar el encuentro lo sacó de la partida. Un choque desafortunado que dio con el hombro del egipcio fuera de su lugar. Desde entonces muchas voces han criticado al de Camas desde Inglaterra. Le acusan de haber lesionado al del Liverpool adrede para facilitar la consecución del trofeo.
No solo eso, sino también llegaron de acusarle de lesionar al portero rival: Loris Karius. El alemán cuajó un partido calamitoso que fue lo que realmente dejó a su equipo sin la Champions. También de eso llegaron a culpar a Ramos, acusándole de golpear la cabeza del cancerbero, lo que le causó un traumatismo que provocó sus trascendentales errores.
Desde entonces, siempre que ha pisado campos ingleses ha sido increpado. No importa si lo hace con el Real Madrid o con la selección. Inglaterra se ha convertido en territorio hostil para el camero.