Una estrella dentro y fuera del campo, de una manera o de otra, Ronaldinho fue, es y será uno de los mejores jugadores del futbol de la historia por todas sus actuaciones estelares
Una leyenda, una joya, un mago, un driblador, una cara alegre en el fútbol, un problema con la vida de futbolista. Uno de los mejores jugadores que el fútbol ha visto pasar, Ronaldo de Assis Moreira. El brasileño, que pasó por distintos equipos europeos y latinoamericanos, tocó y dejó la gloria en su etapa en Barcelona. Fuera del campo estaba maldito. Dentro, bendecido. Era verle jugar y aparecía un gesto asombro en el rostro de todos los espectadores, daba igual quien fuese el rival, todos quedaban embaucados en su magia.
Tras dos años en el Paris Saint Germain, el brasileño llegó al Barcelona después de un verano lleno de rumores por su traspaso a un grande europeo. 24 millones. 3 millones al año de sueldo. Un precio que no importó pagar por quien estaba siendo la samba del fútbol. Debutó en la primera jornada, anotó en la segunda, fue nombrado mejor jugador del año por la FIFA en su primer año. 15 goles en 32 partidos, actuaciones magistrales, jugadas maravillosas, regates, desparpajo, felicidad, alegría, con una sonrisa única y característica, fue una de las pocas felicidades del club blaugrana en 2003.
Ya desde su llegada se convirtió en titular indiscutible. Partido tras partido, se volvió un obligatorio en el once inicial para los años siguientes, hasta llegar a ser Balón de Oro y de nuevo, jugador del año en 2005.
Al año siguiente, el mismo equipo, con el mismo jugador a la cabeza, consiguió por fin la Champions League, además de otra liga doméstica. Trofeos aparte, esa misma temporada Ronaldinho logró una de las hazañas más complicadas de lograr para un jugador culé, ser aplaudido por el Bernabéu, hogar de la afición rival. Tras una noche espectacular, consiguió anotar dos goles contra el club merengue, además de jugar a otro completo nivel, fue el rey de la noche. Aplausos, vítores, algarabío en el Bernabéu. Todo estaba de lado del brasileño, el fútbol sonreía, Ronaldinho sonreía.
Los años pasaron, seguía siendo una pieza clave en el equipo aunque no consiguieran títulos. Un mago, un malabarista dentro del campo. Le dieron la doble nacionalidad, obtuvo goles, reconocimientos y lo peor que se puede obtener siendo una estrella, las fiestas sin descanso. Semana tras semana, fiesta tras fiesta, su nivel y su estilo de vida empeoraron, lo que repercutió en el terreno de juego, aunque su felicidad nunca se fue. Seguía siendo una estrella en el campo, era la estrella de los aficionados. El problema fue que las fiestas le mataron y la aparición de la nueva estrella, Thierry Henry, acabó por sentenciarle.
En 2008, tras una lesión y la llegada de Guardiola, Ronaldinho se despide del club. Con 204 partidos y 94 goles, la mejor etapa del brasileño llegó a su fin. 204 partidos de felicidad, 204 partidos de alegría, 204 partidos de sonrisas. Siendo uno de los mejores jugadores brasileños, culés y mundiales, la vida nocturna acabó ganando la batalla en el día a día de Ronaldinho. Unas Danet y a repetir, pero Ronaldinho, no repitió los trucos en el campo.
