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¿Un parón positivo?

Tras el último parón de selecciones, la multitud de jugadores positivos por COVID han hecho plantearse la necesidad de seguir con los encuentros internacionales

Siempre que hablamos de fútbol de selecciones, hay dos bandos: los que disfrutan esas semanas donde las ligas locales se paralizan (al menos, las de Primera División), y los que odian dichos parones. Un parón donde jugadores de todas partes del mundo abandonan sus clubes para reunirse en sus respectivas selecciones. Pero en la situación global de pandemia que estamos viviendo, que se sigan produciendo estos parones es algo difícil de entender.

Más aún viendo la cantidad de positivos en COVID que han aparecido tras el último parón. Cristiano Ronaldo, Jules Koundé, Matteo Guendouzi, Anthony Lopes, Milan Skriniar o Antonio Bastoni son sólo algunos de los muchos jugadores que se encuentran en cuarentena por positivos. La mayoría de ellos se encuentran en la Serie A, donde se suspendió un partido entre Nápoles y Juventus por los contagiados.

La lógica no importa a nadie

La clave del asunto es la poca lógica. Muchos controles en las ligas internas, con exámenes exhaustos a las plantillas día sí y día también, y buscando que no se mezclen demasiado entre jugadores de diferentes equipos para salvaguardar la salud. Pero claro, hay que jugar la Nations League, una competición prestigiosa donde las haya, y que es el asunto principal del mundo ahora mismo. Así que tiremos todo por la borda y que jugadores de una misma nación pero jugando en diferentes ligas se junten durante dos semanas, viajen y jueguen entre sí.

Creo que la razón nos lleva a pensar que es una locura. De qué sirve entonces el protocolo, si en un parón me voy a juntar con mi colega que juega en la liga escocesa y con otros tres que juegan en China, Argentina y Suecia, teniendo cada uno un protocolo distinto por lo que probablemente haya riesgo. No sirve de nada.

La afición es el sentimiento del fútbol

Y eso habla de la evolución del fútbol. Un fútbol que está mirando más por cumplir contratos televisivos o fechas pactadas que por el propio espectáculo o por la salud de los trabajadores y de la población en general. Ya se vio cuando las televisiones y las ligas no tuvieron acuerdo. Ya se vio cuando se reanudó el fútbol. Y se ve siempre que se cambian horarios para favorecer las retransmisiones. Porque es más importante tener ingresos que salvaguardar la salud.

Convertir el fútbol en un negocio era algo inevitable, pero los límites que está alcanzando dicha conversión están pervirtiendo la pelota. Un deporte que es más que un deporte. Es un sentimiento, una forma de evasión de la rutina y de los problemas. Una forma de vida para muchas personas. Y si ya que no puedan haber aficionados es algo asolador, que multiplique los focos de enfermedad es ya la gota que colma el vaso. Y colmar este vaso puede ser devastador.

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