El mexicano aprovechó el despropósito de Mercedes en los boxes y se llevó la victoria por delante de Ocon Y Stroll
La Fórmula 1 tiene ese ingrediente que la vuelve maravillosa en un instante. La carrera de hoy acabó siendo una de las mejores del año y tanto Pérez como Russell acabaron llorando. El primero lloraba de alegría por haber ganado su primer gran premio a pesar de no tener asiento el año que viene. El segundo, de impotencia. El piloto británico se montó en el Mercedes de Hamilton y tuvo la victoria en el bolsillo. Ni siquiera la pifia de su equipo en el cambio de gomas pudo pararle. Un pinchazo fortuito fue suficiente para romper todas las esperanzas de un joven piloto que ha demostrado tener madera de campeón. Checo y George nos mostraron las dos caras de la moneda siendo dos pilotos muy diferentes, pero de un talento incuestionable.
En la salida, Bottas volvió a tener una mala arrancada y fue superado por Russell, que pasó a liderar. En la curva 4, Leclerc se tocó con Pérez y tanto el monegasco como Verstappen (este último en un intento de esquivar el toque) acabaron en el muro. El safety salió a pista y por detrás de los dos Mercedes se encontraba una mancha naranja. Era Carlos Sainz, que pasó de la octava a la tercera posición en cuatro curvas.
Mientras Checo recuperaba posiciones tras su toque con Leclerc, Sainz mantenía a Ricciardo a raya y se separó a más de un segundo para evitar que el australiano tuviera DRS. La primera parada de Carlos fue buena y llegó en buen momento. El español aprovechó una ventana de aire limpio para parar y salió por delante de Kvyat y de Ricciardo. Pérez, con estrategia diferente, se mantuvo en pista y se colocó tercero tras rebasar a Ocon y a Stroll.
Un accidente de Jack Aitken en la última curva dejó su alerón en medio de la trazada y obligó a sacar de nuevo el coche de seguridad. En este periodo de safety llegaría el drama de Mercedes. Quisieron hacer su típica doble parada pero los mecánicos se hicieron un lío con los neumáticos. Un lío que provocó que la parada de Bottas se volviera eterna, 27 segundos detenido. Russell salió supuestamente con unas gomas de su compañero y tuvo que volver a parar. Total, los hombres de negro salieron de esta situación con Bottas cuarto y Russell quinto. Pérez, Ocon y Stroll, en ese orden, pasaron a comandar la carrera con gomas nuevas.
El adelantamiento de Russell a su compañero fue de los mejores de la temporada. El británico le tiró el coche por fuera en la curva seis y le pasó en la chicane de los giros 7 y 8. A partir de aquí, a George no había quien lo parase. Pasó a Stroll y a Ocon mientras su compañero caía posiciones achacando sus problemas a los neumáticos. Bottas no podía con Stroll y hasta Carlos se desesperaba detrás del Mercedes. Tanto fue así, que el español no se lo pensó y le tiró el coche a Bottas para ponerse quinto.
Ya era el tramo final de carrera y ahí llegaría el drama de Russell. Cuando estaba en lucha con Checo por la victoria, sufrió un pinchazo y cayó a la decimoséptima posición. Remontó como una furia hasta acabar noveno, justo por detrás de su compañero. Primeros puntos de su trayectoria en Fórmula 1 que le sabrán muy amargos. Por su parte, Carlos lo intentó con todo para subir a ese tercer escalón. Pero el Racing Point de Stroll era muy rápido en las rectas y al final el español tuvo que conformarse con la cuarta plaza.