Vinícius Jr encara su tercera temporada vistiendo la camiseta del Real Madrid y el brasileño no termina de despegar
No está siendo el mejor inicio de temporada para un Real Madrid que, después de 3 meses de competición, todavía está tratando de reencontrarse con su mejor versión y con una regularidad que le haga recobrar la confianza en su juego.
No deben diferir mucho los objetivos en este inicio de temporada del club de Chamartín con los del extremo brasileño. Vinícius Jr encara su tercera temporada vistiendo la camiseta del Real Madrid y el brasileño no termina de despegar. Empezar a cuajar actuaciones consistentes sobre el terreno de juego y, sobre todo, con regularidad, son las asignaturas pendientes para un Vinícius Jr que no está atravesando su mejor momento, ni mucho menos, como futbolista del Real Madrid.
Demasiada responsabilidad a sus espaldas desde su llegada
Corría el verano del año 2018 cuando en la mañana de un martes, día 17, del mes de julio, bajo un solo de justicia y una ciudad desierta a causa de la vacaciones veraniegas, tenía lugar en el Santiago Bernabéu la presentación de un joven brasileño de 18 años que cumplía su sueño de la infancia: vestir la camiseta del que para él era el club más grande del mundo. El Real Madrid.
Estamos hablando de Vinicius Júnior, el cual llegaba procedente del Flamengo de la Liga brasileña tras su estratosférica explosión en el fútbol sudamericano con apenas 16 años y por el que se desembolsó la escalofriante cifra de 45 millones de €. Llegaba a la capital de España un jugador del que se esperaba que en un futuro pudiese rellenar el vacío que había dejado en el corazón de los madridistas Cristiano Ronaldo, el cual había sido la estrella del equipo las 9 últimas temporadas.
Pero, además, Vinícius tenía como misión deshacerse de un cartel que se le había colocado automáticamente simplemente por el echo de ser extremo y proceder de Brasil. Ese cartel, del cual debía desprenderse, era el de no convertirse en «el nuevo Robinho».
Una búsqueda constante de la confianza de su entrenador
Anteriormente hemos comentado que las principales tareas pendientes del brasileño son las de empezar a cuajar actuaciones de cierta consistencia sobre el césped, y hacerlo de forma regular. Estas no son tareas fáciles de ejecutar por un jugador que fundamenta su juego en el desborde constante a base de descaro. Para ello, la confianza es un requisito fundamental para lograr estar motivado el mayor porcentaje de partidos y minutos posibles.
Un «encarador» sin confianza es un fantasma que viaja a través de los partidos esperando a que los mismos acaben lo antes posible. Dejan de ser elementos diferenciales en sus equipos para convertirse en soldados cuya única misión se limita a realizar acciones defensivas.
Si a esta falta de confianza personal le sumas a una falta de confianza por parte de su entrenador, el futbolista en cuestión es carne de cañón para convertirse en un jugador intrascendente para su equipo. Y es que ni Julen Lopetegui ni Zinedine Zidane han mostrado una excesiva devoción por la figura de Vinícius Jr. Solamente Santiago Hernán Solari ha apostado de verdad por el joven extremo brasileño en sus casi tres años como madridista.
Y es casualmente con este último con el que vimos los mejores meses de fútbol de Vinícius Jr en España. Se trataba de un jugador que era el único jugador capaz de esbozar una sonrisa en los aficionados, los cuales estaban teniendo que sufrir en sus carnes las consecuencias de desprenderse de un futbolista de la dimensión de Cristiano Ronaldo.
Momento presente
Pero todo esto es pasado y de recuerdos no se vive en el fútbol. El presente es el aquí y el ahora.
Ni Zinedine Zidane muestra signos de excesiva confianza en él, ya que la sensación es que cuando juega lo hace por ausencia de Eden Hazard, ni Vinícius Jr está demostrando con sus acciones sobre el campo que atraviesa por un momento de confianza óptimo y adecuado.
Lejos de implementar sus prestaciones sobre el césped, estamos presenciando una involución en el estilo de juego del extremo brasileño. Hemos pasado de disfrutar de un jugador que se atrevía a encarar a todo lo que se pusiera por delante, a uno que cada vez que recibe se detiene, levanta la cabeza y descarga el balón hacia atrás.
Muchos lo justifican en que está madurando en su juego. Que está aprendiendo a seleccionar mejor sus acciones, que está aprendiendo a regular sus esfuerzos… en definitiva, que está tratando de mejorar la famosa toma de decisiones. Y es cierto. Vinicíus Jr es el claro reflejo de lo que ocurre cuando le dejas conducir un Ferrari a un conductor sin carnet. Se estrella. Poco a poco ha ido aprendiendo que debe pararse, analizar la situación y ejecutar la mejor acción posible.
Pero sin embargo, Vinícius Jr ha pasado de conducir un Ferrari sin carnet, a ni siquiera querer subirse al asiento del copiloto. Y lo más preocupante es la sensación de que después de casi tres temporadas, el brasileño no termina de despegar.
No encara, no desborda, no centra, no finaliza… simplemente se limita a ejecutar acciones sencillas y a mantener un rigor táctico en tareas defensivas. Es un futbolista que, a pesar de su imborrable sonrisa, no se le observa feliz sobre el césped. Es una luz que poco a poco se está apagando.
Esperemos que esta situación se trate de un simple bache, porque si esta situación comienza a prolongarse en el tiempo, no me cabe ninguna duda de que finalmente Vinícius Jr acabará por convertirse en «el nuevo Robinho».