El guardameta del Athletic Club está siendo clave para la selección española en esta Eurocopa con actuaciones de mérito
Resiliencia. Aquella palabra que parecemos habernos acostumbrado a escuchar, pero de la que algunos desconocen su significado. Y es que, según indica la RAE, la resiliencia es: la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. Es decir, mostrar una gran capacidad para rehacernos tras una situación adversa, nos convierte en una persona resiliente. Aplicado al mundo del fútbol, y en especial a esta Eurocopa, Unai Simón gana enteros para convertirse en la nueva definición de esta palabra.
La historia del fútbol en España siempre ha ido ligada de la imponente figura de un gran portero. Muchos de ellos tuvieron sus luces y sus sombras con el combinado nacional a pesar de ser figuras históricas de la portería. En 1964, España ganaba la Eurocopa con José Ángel Iribar como portero. En 1968, caía eliminada a las primeras de cambio ante Inglaterra, con también el mito del Athletic Club como portero. Quizás el más recordado sea Arconada, cancerbero que marcó a una generación entera y que, a pesar de su gran desempeño, quedó marcado por un error en la final de la Eurocopa de 1984.
Más tarde llegaría Andoni Zubizarreta, quien después de una gran carrera, se despedía de la selección con un fallo ante Nigeria en 1998. Después de él llegaría otra de las grandes figuras de la historia de la portería, Iker Casillas. El cancerbero del Real Madrid fue fundamental en la mejor etapa de la selección, siendo líder y capitán de un equipo de ensueño. Sus paradas en momentos decisivos permitieron los éxitos de La Roja, aunque se despidió de la selección tras un Mundial de 2014, donde caímos en fase de grupos y su actuación quedo marcada. Aquella derrota frente a Países Bajos fue la gota que colmó el vaso para Iker. Los errores de David De Gea en Rusia 2018 también marcaron la carrera del guardameta, quien es una de las mayores figuras de la historia de la Premier.
Le llegaba el turno de recoger la responsabilidad a un joven guardameta, a Unai Simón. El cancerbero del Athletic Club no había completado una gran temporada, dejando algunos fallos de bulto con su equipo. Sin embargo, llegaba a este torneo continental con la total confianza de Luis Enrique. Una fase de grupos casi impoluta, donde apenas tuvo trabajo y donde tan solo recibió un tanto. Su principal escollo llegaría en la siguiente ronda, en el partido en el que La Roja se mediría a Croacia. Pedri lanzaba un balón desde el centro del campo, fallando Unai en el control y colándose el cuero en la portería española. Un error por exceso de confianza del portero que podía costarle la eliminación a España.
El equipo supo reponerse y dar la vuelta al partido, en una clara representación de garra y coraje. Mientras tanto, algo más profundo se estaba cociendo en la cabeza de Unai Simón. El vasco no solo no permitió que el fallo marcase su partido, si no que le dio la vuelta a la situación con una frialdad fuera de lo común. Y es que, los que conocen más a Unai hablan de él como un chico con una mentalidad y una capacidad de superación increíbles. Salvó al equipo con sendas paradas, hasta 3 les sacó a los croatas cuando ya se disponían a cantar el gol. Compañeros, entrenador y afición ponían en valor esta capacidad del joven arquero.
Llegaban los siempre temidos cuartos de final. Y cuando los detractores de Unai esperaban agazapados un fallo del vasco, para poder volver a saltar sobre su figura, el portero despejaba esas dudas de un manotazo. Tras un partido pobre de ambos equipos, en el que el empate mandó gracias al desempeño de los dos porteros, llegaron los penaltis. Unai observó la gran oportunidad que tenía ante sí, de convertirse en el héroe de toda una selección. Con la frialdad que le caracteriza, y un coraje y pundonor admirable; el vasco se encaminaba a su destino.
Tras el fallo de Busquets, y el tanto de Dani Olmo, Simón le detenía la pena máxima a Fabian Schär para seguir soñando. El fallo de Rodri hacía tambalearse a las esperanzas españolas, que serían devueltas con la parada de Unai a Akanji. Finalmente, el tanto de Mikel Oyarzabal clasificaba a los españoles. El capitán de la Real Sociedad fue el primero en correr y abrazar a su guardameta, en un gesto de respeto máximo por el compañero que a la vez es rival. Menos de una semana ha tardado Unai Simón en pasar de ser el villano de la película, a un héroe, inesperado para algunos y esperado por otros tantos.